El arte y la ciencia de la persuasión cristiana (1)

Greg Pritchard

La apologética es amar de forma activa a otros y persuadirles de la veracidad del evangelio, no un castillo que protege nuestra fe

Normalmente, a la apologética se le considera defensiva, como un castillo que protege nuestra fe cristiana de diferentes tipos de ataques. Pero no. La apologética es amar de forma activa a otros y persuadirles de la veracidad de evangelio.

 

Alvin Plantinga, uno de los principales filósofos cristianos en el mundo, escribe que la apologética es «el intento de defender el cristianismo (o en términos más generales, el teísmo) contra los diversos tipos de ataques contra él».[1] Asimismo, el teólogo evangélico Norman Geisler sostiene, «la apologética es la disciplina que se ocupa de una defensa racional de la fe cristiana».[2] Estas definiciones son ejemplos de la comprensión popular actual de apologética como la defensa del cristianismo contra diversas acusaciones de los no creyentes.

 

En cierto modo, este enfoque es verdadero y necesario. Pablo estaba ansioso por defender el evangelio e incluso llamó a algunos falsos maestros «malhechores», «mutiladores de la carne» y «lobos» (Filipenses 3:2; Hechos 20:29).

 

Y sin embargo, si pensamos que la apologética es principalmente defensiva, perdemos la poderosa visión expansiva del evangelio como la «palabra de verdad» y «la gracia de Dios en la verdad» que los primeros cristianos llegaron a entender y explicar con entusiasmo a todo el mundo (2 Timoteo 2:15, Col. 1:6). Dado que la Biblia retrata el evangelismo como expansivo, confiado y gozoso, es más acertado entender la apologética como la ciencia y el arte de la persuasión cristiana. Cada uno de los elementos de esta breve definición de apologética merece un comentario más elaborado.

 

1)La apologética es la ciencia y el arte de la persuasión cristiana

 

Antes de que podemos hablar de la apologética como una ciencia o un arte de la persuasión, tenemos que explicar por qué es cristiana. El gran escritor cristiano Agustín de Hipona fue profesor de retórica y maestro de la palabra hablada. Argumentó que la retórica, la disciplina de la comunicación verbal persuasiva, podría utilizarse con los motivos equivocados y con fines equivocados. Escribió que «las reglas de la elocuencia pueden utilizarse en relación con principios verdaderos y con principios falsos. No son culpables en sí mismas, sino que la culpa recae en la perversidad de usarlas mal».[3] San Agustín argumentó que los cristianos necesitan regirse por las normas éticas de la Biblia para asegurarse de que la persuasión tiene los motivos y objetivos correctos.

 

Es de vital importancia comprender y enfatizar el contexto ético y espiritual de la apologética bíblica. La persuasión sin orientación ética puede convertirse fácilmente en manipulación o en una santurronería orgullosa. En la actualidad, el versículo que los evangélicos citan más a menudo para describir la apologética es 1 Pedro 3:15: «estad siempre listos para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros».

 

Pero, ¿cuál es el contexto de este pasaje? 1 Pedro 3:8-17 es una visión ética de cómo el pueblo de Dios ha de vivir:

 

“Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. Porque:

El que quiere amar la vida

Y ver días buenos,

Refrene su lengua de mal,

Y sus labios no hablen engaño;

Apártese del mal, y haga el bien;

Busque la paz, y sígala.

Porque los ojos del Señor están sobre los justos,

Y sus oídos atentos a sus oraciones;

Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.

¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.”

 

Sin el modo de vida que este pasaje enseña (una vida de armonía, apoyo, amor, compasión y humildad) no podemos defender el evangelio como nos pide Pedro. Como discípulos de Jesús somos llamados a un modo de vida relacional y ético para poder comunicar persuasivamente el evangelio partiendo de ese modo de vida. La apologética cristiana no es posible sin este modo de vida ético.

 

Cuando estaba en el seminario, tuve a un excepcional apologista como profesor. Nos mostró un video de un debate que tuvo con un ateo influyente, en el que destrozó con facilidad los argumentos de este ateo usando la razón. Pero a mí me preocupaba su actitud. Este talentoso apologista cristiano parecía orgulloso y carecía de lo que se habla en este pasaje. Le faltaba una actitud semejante a Cristo. Levanté mi mano y básicamente dije que no veía que reflejara un carácter semejante a Cristo. Él respondió que su profesor de teología le había enseñado años atrás que no se debate para ganar un pecador sino para quemar a un hereje. Respondí que Francis Schaeffer dijo que si él no podía mostrar el carácter de Cristo en un debate, no tenía derecho a presentar el mensaje de Cristo.

 

La apologética es explícita y fundamentalmente cristiana. Es una forma de amor cristiano. Estamos llamados a amar a los no creyentes, y parte de cómo hemos de amarles es compartiendo con ellos el mensaje del evangelio que cambia vidas, y explicar por qué este mensaje es verdad.

 

Parte de este amor es preocuparse por aquellos que no han escuchado o entendido el evangelio, o que no están de acuerdo con él. Tenemos que amarles lo suficiente para escucharles, hacerles preguntas, responder a sus preguntas, desafiarles a ser auténticos buscadores de la verdad, instarles a examinar las afirmaciones de Cristo y a veces retarles a dejar de racionalizar su comportamiento. La apologética es una forma de amor cristiano y de liderazgo cristiano que incluye una manera bíblica de vivir.

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Notas:

 

1 Kelly James Clark, Los filósofos que creen: el viaje espiritual de 11 líderes del pensamiento (Downers Grove, Il.: Intervarsity Press, 1993), 69.

 

2 Norman Geisler, ed., Baker Enciclopedia de la apologética cristiana (Grand Rapids: Baker Books, 1999), 37.

 

3 San Agustín, Acerca de la doctrina cristiana (traducido por D.W. Robertson. (New York: The Free Press, 1958), 73.

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