Marxista radical, mujer radical, amor radical (3ª parte)

Mary Poplin

Descubrir Calcuta

Una de las últimas cosas que la Madre Teresa compartió conmigo —y de ahí proviene el título del libro— fue una tarde en la que se quedó mirándome fijamente para finalmente decir: “Sabes, Dios no llama a todo el mundo a trabajar con los pobres como sí ha sido en nuestro caso. Hay quien está llamado a trabajar entre los ricos. Tampoco espera que todos seamos pobres. Algunas personas están llamadas a ser ricas”.

 

Esa es la razón de que pudiera estar con pobres y ricos por igual: con la princesa Diana y con los destituidos de la fortuna. Ese era su ministerio. Por último, apuntándome con un dedo admonitorio, me dijo (un pequeño inciso aquí, la gente siempre dice “Qué dulce era, ¿verdad?”, y yo replico: “En absoluto. Era, sencillamente, fuerte”): “Pero Dios nos llama a todos a nuestro Calcuta particular. Tú tendrás que descubrir cuál es el tuyo”.

 

Regresé, por último, a América, comenzando mi labor lectiva a finales de agosto. La rutina acostumbrada era ir a mi despacho para preparar todo lo necesario para la clase. Pero sucedía que, sin saber por qué, comenzaba a sollozar incontroladamente, sin tener ni la más remota idea de qué me movía a hacerlo. La experiencia era tremendamente desconcertante. Soy una persona muy cerebral y así queda siempre reflejado en los test de personalidad. Si conocéis a alguien que encaje en esa línea, sabréis que somos personas que no lloramos fácilmente y que, si vamos a hacerlo, tenemos como mínimo que entender por qué es así.

 

Pero en ese caso, no sabía por qué lloraba de ese modo, ni qué había en su fondo. Me recuperaba entonces lo suficiente como para poder dar la clase en la forma debida, y todo parecía volver a discurrir por buen camino, hasta que llegaba el momento de volver a dar otra clase.

 

Eso se repitió durante todo el mes de septiembre. En octubre, tenía comprometida una charla con motivo de unas sesiones organizadas por la administración del centro donde daba clase y el tema iba a ser otro distinto. Pero entonces sucedió que las mujeres responsables me preguntaron si podía darles una pequeña charla en la reunión del desayuno, con la idea de compartir mi experiencia con la Madre Teresa. Así fue como tuve la oportunidad de contarles algunas historias y anécdotas, en la línea de lo que comento en Finding Calcutta (Descubrir Calcuta). Cuando terminé de hablar, empezó el tiempo de preguntas. La última me la hizo una mujer, sentada al final de la sala, que, puesta en pie, me dijo: “¿Ha tenido alguna dificultad a su regreso tras ese tiempo pasado con la Madre Teresa?”

 

Justo entonces empecé a sollozar como lo hacía a solas en mi despacho, sin ningún sentimiento en particular. Únicamente lágrimas que fluían libremente. Las mujeres allí presentes dejaron a un lado tazas y bollos, y fue entonces cuando se hizo evidente un cierto orden en la confusión, porque allí me di perfecta cuenta de por qué sollozaba. Por fin estaba claro. Me había venido la revelación de lo que me estaba pasando y, por ser tan inmenso el alivió que experimenté, di mis razones de forma precipitada y espontánea.

 

“Claro que he experimentado una gran desazón a mi vuelta. Llevo siendo cristiana por espacio de tres años y he tenido la increíble oportunidad de ver a personas que realmente vivían su fe. Ahora estoy empezando a comprender cuáles son los principios básicos de su fundamento. Según todo lo que he podido ver, creo firmemente que es muy cierto. Sigo enseñando lo mismo de siempre, pero realmente no sé cómo traspasar la frontera entre ámbitos tan distintos; y me siento una impostora”. De eso se trataba en definitiva: sentía que me estaba mintiendo a mí misma y a los demás.

Tras descubrir Calcuta

Supe entonces, en el avión de vuelta a casa al día siguiente, que había encontrado mi Calcuta particular. La verdad es que no sabía muy bien qué hacer al respecto, pero no tenía duda alguna de que era algo innegable que lo había descubierto. Entonces, comenzó toda una serie de nuevos interrogantes. No había cosmovisión que no quisiera explorar y analizar. Toda nueva filosofía y toda teoría novedosa me atarían irremisiblemente, hasta el punto incluso de tratar de probarlas en la práctica en el contexto del aula. Pero siempre sucedía que se hacían evidentes sus limitaciones y mi entusiasmo se esfumaba, lo que me llevaba a probar otra posible alternativa losó ca o una nueva teoría. ¿Podría, sin embargo, ocurrir que me estaba perdiendo alguna otra posibilidad? ¿Cómo es que esta otra provocaba tanta resistencia, incluso por mi parte? ¿Era el cristianismo tan opresivo como siempre se me había dicho? Sin duda, es evidente que, si observábamos el mundo a nuestro alrededor, las mujeres eran más libres en aquellos países en los que habían estado presentes los presupuestos básicos del judeocristianismo.

 

¿Dónde se había dado libertad por primera vez a los esclavos? ¿Dónde seguían las personas gozando de mayor libertad? Las preguntas se sucedían sin interrupción. ¿Era realmente el cristianismo algo opresivo? Y, si en verdad era así, ¿cómo es que la mayor organización no gubernamental del mundo, World Vision, es cristiana? ¿Cómo es que tantas pequeñas iglesias locales, por todas partes del mundo, están trabajando a favor de la justicia social? Su labor no siempre recibe ese nombre, pero lo cierto es que dan de comer al hambriento, ayudan a los sin techo, visitan a los enfermos en los hospitales y residencias, envían donativos para libertar a esclavos y adoptan a inmigrantes. Estaba también la propia Madre Teresa y las Misioneras de la Caridad, la orden de mayor y más rápido crecimiento dentro de la Iglesia Católica. Sin duda, es maravilloso que Oprah Winfrey y Starbucks estén cavando pozos de agua limpia y potable en África, pero mis estudiantes oriundos de Ghana me informan que los católicos llevan cavando pozos así desde el siglo XVI. ¿Cómo es que no se nos contaban esas cosas en el colegio o en el instituto?

 

Creo que Jürgen Habermas, autoproclamado filósofo ateo, que puede que sea el filósofo señero del mundo occidental, resume a la perfección en su propia persona la situación presente. Alemán de nacimiento, formó parte de la primera etapa de la escuela de la teoría crítica, acudiendo en defensa del Papa Juan Pablo II y de Benedicto XVI, cuando alzaron su voz en protesta por la pretendida omisión del cristianismo como parte fundacional de la historia y herencia del mundo occidental en la formulación de la nueva constitución a instancias de la Unión Europea. Habermas, sin duda no creyente, ni tampoco defensor a ultranza de la religión, se expresó al respecto en los siguientes términos:

 

El cristianismo, y no otra cosa, es el fundamento último de la libertad, de la conciencia, de los derechos humanos y de la democracia, puntales todos ellos de la civilización en Occidente. Hasta el presente, no disponemos de otras opciones ni alternativas. Seguimos nutriéndonos de esa fuente y cualquier otra cosa no es sino vana palabrería posmodernista.[1]

 

Se trata, sin duda, de un filósofo al que le preocupan la justicia y la verdad, hasta el punto de dedicarse en cuerpo y alma a su investigación, lo que me llevó a preguntarme si el cristianismo se opone realmente a lo intelectual. Pero cuando miramos a nuestro alrededor, vemos figuras de la talla de Francis Collins, Dallas Willard, Carol Swain, Michael Novak, Steven Meyers, George Marsden, Jean Bethke Elshtain, Robert George, el Papa Benedicto —todos ellos eruditos e investigadores—. Los casos de intelectuales cristianos que reconocen su fe son abrumadores.

____________________

Notas:

1. Jürgen Habermas, In Europe, God Is [Not] Dead, Wall Street Journal, 14 de julio 2007, p . A1 . Ver también

Este artículo es el tercero de una serie de cuatro

Ir al primero

Ir al segundo

Ir al cuarto

© 2016 «Mary Poplin», Básicos Andamio © 2017 porfineslunes.org. Usado con permiso Permiso: Permitimos y animamos a reproducir y distribuir este material ya sea de forma completa o parcial tanto como se desee, siempre y cuando no sea cobrando o solicitando donativo alguno por ello, más que el coste de reproducción. Para uso en internet, por favor, usar únicamente a través del link de esta página. Cualquier excepción a lo anterior debe ser consultada y aprobada por porfineslunes.org. Contacto: info@porfineslunes.org Por favor, incluir el siguiente enunciado en cualquier copia a distribuir: © 2017 porfineslunes.org. Una iniciativa de los Grupos Bíblicos de Graduados de España (GBG). Grupos Bíblicos Unidos (GBU). Website: gbu-es.org 

Foto de Devanath en Pixabay