La autoridad de la Biblia, motor de democracia

Xesús Manuel Suárez García

(Extraído de «Protestantismo, democracia e identidades nacionales», Básicos Andamio)

Los americanos se movieron principalmente en contra de cualquier concentración tiránica del poder y lo hicieron desde una concepción bíblica del hombre, una concepción muy realista. Esta oposición a la tiranía es heredera de una tradición protestante de levantamientos contra el poder opresor, aquel que deja de cumplir las funciones que le otorga Romanos 12. Podemos citar, por ejemplo, el levantamiento del pueblo checo contra la tiranía de los Habsburgo, el de los Países Bajos contra el Imperio de Felipe II, el del pueblo escocés, dirigido por John Knox, contra la reina María, o el de los puritanos de Oliver Cromwell contra la monarquía absoluta de Carlos I.

 

Es muy interesante considerar un episodio que muchos de estos revolucionarios recordaban para legitimar sus levantamientos contra el tirano; me refiero al episodio de la viña de Nabot, en 1 Reyes 21, en el que el rey Acab reclama a Nabot un viñedo con el fin de ampliar sus jardines de palacio; Nabot se niega a entregárselo y Acab, instigado por su mujer Jezabel, echa mano de testigos falsos para condenarle y ejecutarle. Lo interesante es que justamente este suceso es utilizado por Dios para condenar al propio rey, de quien Elías profetiza que los perros que habían lamido la sangre de Nabot lamerían la del rey en su derrota. Es un episodio revolucionario que la Biblia presenta y en él es notable la confrontación entre las prerrogativas absolutistas del rey Acab y los derechos del individuo, Nabot. En esa confrontación la Biblia le da la razón y legitima al ciudadano y condena al rey y su abuso de poder.

 

Balmes y otros autores católicos afirman que el protestantismo, al poner la Biblia al alcance de todo el pueblo, fue un auténtico motor de revolución social. En efecto, antes el pueblo asumía como inevitable, incontestable y divino el ejercicio autoritario del poder por los gobernantes; al disponer de la Biblia, el pueblo se armó de legitimidad para enjuiciar ese ejercicio del poder; desde entonces, se hizo inevitable la relativización de todo poder –un concepto fundamental de la democracia– al considerar que la única autoridad inapelable era la de Dios y Su voluntad se hacía conocida a todos, sin mediadores, a través del acceso universal a la Biblia.

 

El episodio paradigmático de lo que estoy diciendo lo encontramos en la dieta de Worms, en la que Lutero, en contra de todo el poder de la Iglesia oficial y del emperador, se levantó para decir “mi conciencia está ligada a la Palabra de Dios”. Vuelvo a recordar la frase de Tyndale: “Si Dios me da fuerzas, haré que el campesino que va detrás del arado conozca el Nuevo Testamento mejor que tú”.

¿Cómo podemos sacar lecciones de aquí para evaluar la situación política de España?

En España hay una evidente falta de sensibilidad de los gobernantes para dar cuentas pormenorizadamente y regularmente –no sólo cada cuatro años– de su labor de gobierno ante la ciudadanía. Hay paralelamente una falta de exigencia de la ciudadanía para requerir esta rendición de cuentas. La clase política se ha convertido en una nueva clase sacerdotal que pretende decidir lo que es legítimo y lo que no. Esto supone una falta de control democrático del ejercicio del poder.

 

En España hay que enfatizar más el valor que tienen los derechos del individuo. Parece que lo que decide el 51% “va a misa” y se impone sobre derechos inalienables de la persona. Se vuelve a hablar cada cierto tiempo de restricciones al ejercicio de la objeción de conciencia, ignorando que no hay democracia sin libertad de conciencia. Se asiste a una progresiva expropiación de aquello que los redactores de la Constitución Americana nos recordaban: “que todos los hombres son creados iguales, que su Creador les ha dotado de ciertos Derechos inalienables…”.

 

Quienes redactaron la Declaración de Independencia de los EE. UU., la Declaración de Derechos de Virginia y la Constitución Americana se fundamentaron en la Biblia para abrir cauces a la democracia. ¿Cuáles fueron los principios bíblicos en los que se apoyaron?

© 2013 Xesús Manuel Suárez García © 2013 Básicos Andamio

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