
Comunicación organizacional (7): La comunicación no verbal (I)
Marta Cabañas
Expresar sentimientos y emociones, enfatizar el lenguaje verbal, contradecir la comunicación, orientar la interpretación del mensaje, o, regular la comunicación, son algunas de las funciones de los procesos de comunicación no verbal. Los teóricos definen este tipo de comunicación como un proceso menos estructurado y sin jerarquías, de más difícil interpretación, en el que existe un envío y recepción de mensajes sin palabras, mediante signos, indicios y gestos. La Comunicación no verbal (CNV) está ligada al desarrollo del lenguaje humano, aunque tan sólo hace unas décadas algunos especialistas del tema empezaron a estudiar la paralingüística (características de la voz), la kinésica (micro expresiones y gestos), o, la proxémica (distancias personales), considerándolas como ciencias que analizan estos tipos de comunicación. Así, David Efron, en su obra “Gesture And Environment”, en 1941, estableció la importancia del papel de la cultura en la formación de muchos de los gestos. Cuando hablamos o escuchamos –considera el teórico de la comunicación Givens- nuestra atención se centra en las palabras más que en el lenguaje corporal, aunque nuestro juicio incluye ambas cosas. Una audiencia está procesando simultáneamente el aspecto verbal y el no verbal. Los movimientos del cuerpo no son generalmente positivos o negativos en sí mismo, más bien, la situación y el mensaje determinarán su evaluación”. Los mensajes pueden ser transmitidos por el lenguaje corporal o expresión facial, por el contacto visual, por la voz, o, por la distancia corporal, e incluso, por objetos personales como la vestimenta o los peinados. La distinción entre la comunicación verbal y la no verbal no se reduce únicamente a las diferencias entre acciones y discurso; hay que tener en cuenta el canal involucrado, el código definido y el grado de sutileza en el uso de este código.
Relevancia y funciones de la Comunicación no Verbal. Tipos de actos no verbales
La comunicación no verbal ha sido estudiada por psicólogos, entre ellos el profesor de la Universidad de California, Albert Merhabian. En los experimentos realizados sobre actitudes y sentimientos, el emérito de UCLA encontró que “en ciertas situaciones en que la comunicación verbal es altamente ambigüa, sólo el 7 por ciento de la información se atribuye a las palabras, mientras que el 38 por ciento se atribuye a la voz (entonación, resonancia, proyección) y el 55 por ciento al lenguaje corporal (gestos, posturas, movimiento de ojos)”. Sin embargo, esta regla 7%-38%-55% no puede interpretarse para cualquier situación comunicativa, sino en los casos en que el comunicador esté hablando de sentimientos y actitudes. También otros teóricos de la comunicación consideran que el análisis de la comunicación no verbal requiere tener en cuenta cuatro criterios básicos. En primer lugar, es esencial no confundir la comunicación no verbal con la comunicación no oral, ya que existen formas de comunicación verbal (estructura lingüística o sintáctica) que no son orales, como la lengua de signos o la comunicación escrita. Por otra parte, para que la comunicación verbal resulte comprensible y sincera debe tener congruencia con la comunicación no verbal. Es importante tener en cuenta también que cualquier comportamiento no verbal está asociado ineludiblemente al conjunto de la comunicación de la persona, verbigracia, un único gesto deberá ser interpretado en su conjunto y no como aislado por los miembros de la interacción. Por último, también los analistas de los procesos comunicativos no verbales insisten en que es necesario situar cada comportamiento no verbal en su contexto comunicacional. Por su parte, psicólogos y psiquiatras coinciden que las personas se enfrentan a la comunicación no verbal de varias maneras. El interlocutor puede comenzar el proceso comunicativo con mucha tensión, sin expresividad, e intentando inhibir la comunicación no verbal, para que se note o se sepa determinada información. Al contrario, puede sentirse liberado al transmitir sus emociones y ver que el receptor las reconoce de manera intuitiva. Por último, también se encuentra la consideración del emisor despreocupado y que considera que el mensaje se capta de modo intuitivo y que no es necesario estar pendiente de que cada interacción no verbal para analizar el significado.
El lenguaje no verbal cumple unas funciones en la comunicación en general que no son exclusivamente de expresión de sentimientos y emociones, sino que destacan otras como la sustitución de palabras: un mensaje no verbal puede sustituir a uno verbal, por ejemplo, cuando el emisor hace un gesto y no dice nada más. También con este tipo de lenguaje se comunica el estado de tristeza o alegría en el que se encuentra la persona, es decir, sirve para expresar sentimientos y emociones. La comunicación no verbal puede repetir lo que se dijo verbalmente y, de esta forma, enfatizar el lenguaje verbal. En algunos casos, con los gestos se repite el contenido de una frase y así queda más constancia del contenido. El volumen y el tono de voz empleados por un emisor determinado marcan la interpretación por parte del interlocutor, con lo cual, es interesante que aquel primero use este tipo de comunicación para orientar la forma en que el mensaje debe ser interpretado. Similar a esta función se encuentra la de regular la comunicación, cuando el emisor utiliza los gestos corporales para mantener una conversación, que, en algunos casos, estos sirven para marcar el ritmo del discurso. Por el contrario, si las señales no verbales no son congruentes con el contenido verbal del mensaje, hay la posibilidad de contradecir la comunicación no verbal.
En relación a estas funciones comunicativas, se encuentran las distintas tipologías de actos de comunicación no verbales: ilustradores, emblemas, reguladores y adaptadores. Los gestos que van unidos a este tipo de comunicación y tienen como función reforzar el significado de la información expresada, son los ilustradores. Se usan en las comunicaciones “cara a cara” o delante de las cámaras, por ejemplo, una mano extendida, hacia arriba y dirigida hacia adelante, como ofrecimiento. Expresan la excitación o emoción del momento y se usan en contextos de un equipo de trabajo para convertirse en emblemas, si llegan a cierto grado de formalización. En el caso de los emblemas, se realizan con las manos y la cara y equivalen a una palabra o frase corte admitida por todos los miembros de un grupo. En entornos de empresa se suelen aplicar cuando ya hay confianza en la actividad laboral de los equipos. Los que organizan o dirigen la conversación que se está llevando entre los interlocutores son los actos de comunicación reguladores. Los más frecuentes son los gestos de asentimiento o de negación que hacemos con la cabeza y que son equivalentes al sí o al no verbal. Así también, forman parte de esta tipología las expresiones y gestos cuyo objetivo es dar paso al interlocutor, indicarle que puede proseguir la exposición, que es su turno, que preste mayor atención, o bien, que repita alguna parte del discurso o que hable más despacio. Dentro de la comunicación organizacional, el buen uso de estos actos de comunicación no verbal denominados reguladores permitirá tener mayor orden y control sobre la negociación, moderando el debate, lo que supondrá una escucha activa que permita llegar a un acuerdo que favorezca todas las partes implicadas. Por último, podemos considerar los actos no verbales con orientación adaptativa cuando los movimientos, acciones o gestos usados de forma inconsciente para controlar nuestras respuestas o conducir nuestros sentimientos. Los adaptadores son sociales cuando se originan a través de las relaciones entre las personas, tal como dar la mano o saludar de otras maneras, acorde al contexto social y cultural del lugar. Los que tienen que ver con la existencia de las necesidades orgánicas como el descanso y la alimentación, o, aquellos que informan sobre circunstancias de tensión o duda, son los adaptadores de subsistencia. Y, por último, los instrumentales son actos aprendidos para realizar tareas concretas, como por ejemplo cuando en un equipo de trabajo alguien se remanga expresando que ya está preparado para iniciar una tarea.
Los sentidos de la comunicación no verbal. La paralingüística
La comunicación no verbal destaca por su discrecionalidad y por no tener orden secuencial o lineal. Si bien es importante el canal involucrado –comentan los estudiosos de estos procesos- la distinción referida al código que se emplea en esta comunicación también es significativa. El estudio de ésta se facilita realizando la subdivisión en canales, o sentidos del cuerpo humano, según la interrelación entre los participantes. Partiendo del emisor o la persona que envía el mensaje los canales relevantes con las cara son la voz: el tono, volumen, ritmo y actitud; el ceño: la sonrisa o la mueca; con los ojos: es posible analizar la dirección de la mirada y las alteraciones de la pupila; y, por último, con el cuerpo destaca: la posición de brazos y piernas, las posturas y la proximidad o lejanía. Por su parte, la persona que recibe el mensaje, o receptor, emplea la vista: como canal que percibe formas, colores y tamaños de los objetos; con el oído: capta los sonidos y los cataloga en fuertes, débiles, graves o agudos; el tacto: descubre el frío, el calor, la aspereza o suavidad de las cosas.
El paralenguaje está definido por los teóricos de la comunicación no verbal como el estudio de aquellas señales que concurren con una emisión lingüística y que transmiten información adicional, que reafirma, matiza, o, por el contrario, contradice el sentido comunicativo de dicha transmisión lingüística. El comportamiento paralingüístico es un hecho universal de la comunicación humana que depende, en buena medida, de las emociones e intenciones del emisor, y, en el que intervienen los aparatos fonadores y los órganos nasales del cuerpo humano. La paralingüística no puede estudiar formas específicas de los mensajes propiamente lingüísticos divididos en unidades discretas combinables. Sin embargo, sí que es posible realizar un acercamiento de aspectos como la articulación o dicción de palabras; la resonancia o sonoridad determinada por las cuerdas vocales; el tiempo o velocidad del habla; el tono o tensión; y el volumen o intensidad de la voz. El tono de voz es un elemento que relaciona el sentimiento y la expresión que empleamos, es decir, contacta lo que el emisor verbaliza con lo que se siente. Se puede modular a través de la tensión de las cuerdas vocales y se debería emplear bien para así evitar la distorsión del mensaje que se va a transmitir. El tono ascendente expresa indecisión, interrogación y duda. Por el contrario, el tono ascendente transmite firmeza, determinación y confianza. Cuando la tonalidad es mixta, puede sugerir ironía y sarcasmo. El número de palabras por minutos que dice una persona o la fluidez verbal con la que se empresa una persona es el ritmo. Para que el mensaje pueda ser entendible debería usarse un ritmo de entre 100 a 150 palabras por minuto. Si el emisor pronuncia las palabras tan rápido que existen problemas para que sea comprensible, se dice que esta persona es taquilálica. El fenómeno contrario de ritmo lento y aburrido es el de bradilálica. El volumen de la voz –comentan los expertos- se ha de adaptar al entorno concreto, al tipo de actividad realizada o al número de interlocutores existentes. La timidez, la tristeza o sumisión se muestran por el volumen bajo de voz. En cambio, el volumen alto es sinónimo de autoridad, dominio y seguridad en una situación comunicativa. En general, esta cualidad de la voz se relaciona con la intensidad y se emplea para poner énfasis, alterar o regular los procesos comunicativos. A través del timbre de voz, podemos distinguir a una persona de otra de una manera inmediata. El timbre puede ser muy bajo, medio-bajo, alto o muy alto. Por último, los silencios son las pausas que se realizan en la comunicación verbal, que pueden ser de interpretación positiva o negativa. Las pausas son paradas que sirven para invitar al interlocutor a que tome la palabra o que enfatice lo que comunica. Otros factores asociados al lenguaje no verbal son la kinésica y la proxémica.
Bibliografía
JÜRGEN RUESCH Y WELDON KEES (1956) “Non verbal Communication”.
POYATOS, F. (1994). “La comunicación no verbal II. Paralenguaje, kinésica e interacción”. Istmo. Madrid.
Este es el séptimo de una serie de ocho artículos
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