La familia en la nueva creación

Francisco Mira

«Y someteos unos a otros en el temor de Cristo. Esposas, someteos a vuestro esposo como al Señor. Porque el esposo es la cabeza de la mujer, así como Cristo es también la cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo.

Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las esposas deben estarlo a sus esposos en todo.

Maridos, amad a vuestra esposa, así como Cristo también amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento de agua con la palabra, a fin de presentarse la iglesia a sí mismo en toda su gloria, sin mancha, ni arruga, ni otra cosa semejante, sino que fuese santa e inmaculada. Así también deben amar los esposos a su esposa, como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama.

Porque nadie jamás aborreció a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo regala, así Cristo a la iglesia; porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.

Por esta causa el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa; y los dos serán una carne.

Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.

En todo caso, cada uno entre vosotros ame a su esposa, como a sí mismo, y la esposa respete también a su marido.

Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo.

Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y para que tengas larga vida sobre la tierra.

Y, vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor».

 

Efesios 5:21-6:4

Introducción

Me gustaría comenzar este artículo, haciendo una pregunta muy general: ¿Por qué está la familia enferma?, es una pregunta dirigida a las causas pues los datos sociológicos no engañan y creo que todos reconocemos con dolor y tristeza la realidad de dicha enfermedad. Recapitulando los dos primeros escritos de este número, hemos podido considerar que está enferma en primer lugar, a causa de no seguir el patrón bíblico revelado en la creación; todo ello lo encontramos en los capítulos 1-3 de Génesis, en segundo lugar, hemos visto hasta aquí también que la familia está enferma a causa de no vivir conforme a la sabiduría de Dios revelada en la Biblia, entre otros en el libro de Proverbios.

Tres afirmaciones sobre la familia

La primera afirmación, la familia está enferma a causa de la existencia de un conflicto espiritual entre Dios y cada ser humano, que arranca desde el principio y sigue manifestándose hasta hoy. Y ese es, el factor que de manera más profunda explica la crisis de la familia, así como otras muchas crisis que experimenta la humanidad.

 

Según el planteamiento bíblico, es imposible vivir conforme al propósito de Dios para la familia en Génesis contando únicamente con nuestra capacidad personal, no se puede tampoco vivir sabiamente conforme a lo que se nos revela en Proverbios exclusivamente con nuestro conocimiento humano. Necesitamos restaurar nuestra relación con Dios, vivir en armonía con él y sus propósitos, dependiendo de Él con humildad y fidelidad. Vivir de otra manera sería hacerlo como si no existiese un conflicto real y profundo entre Dios y nosotros. Sería negar la razón y la realidad que mejor explica el porque la humanidad y la familia están enfermas.

 

El texto que encabeza este escrito Efesios 5, nos indica con claridad que el nivel más profundo de los problemas de la familia radica en la imperfección de cada uno de los miembros de esta, y que no tener resuelto dicho conflicto espiritual es lo que imposibilita la sanidad de esta.

 

Lna segunda afirmación es que la enfermedad de la familia no es algo relativamente reciente, ya en Génesis 3, inmediatamente a la creación del ser humano aparecen señales de la crisis familiar.

 

Por ello afirmamos que la familia ha estado en crisis permanente, no ha sido necesario esperar a que ciertas disciplinas como la psicología, la antropología o desde ciertas ideologías humanistas se haya cuestionado la familia. La Biblia con pleno realismo desde un principio ha puesto de manifiesto tal realidad. Si consideramos la familia de Adán y Eva, como primera en la humanidad, ya experimentó conflictos y a partir de ella también los tuvieron la familia de Noé, la familia de Abraham, la familia de Isaac, la familia de Jacob; el texto bíblico es honesto y no trata de esconder los problemas, por ello afirmamos que la situación de crisis que enfrenta hoy la familia se remonta hasta los principios de la humanidad.

 

Después de las dos afirmaciones hechas anteriormente podríamos hacer una tercera, el problema no reside en la familia como modelo, como institución. Este es el planteamiento de las disciplinas e ideologías a las que antes he hecho referencia, afirman que la familia está enferma porque el modelo no es bueno. Pero por mucho que este aspecto se enfatice y aparezcan nuevos modelos de familia, en el fondo se trata de una opción ideológica que no quiere reconocer la realidad del pecado en la experiencia de la humanidad. La familia responde al diseño de Dios y por lo tanto el problema no reside en su concepción, ni en la institución, sino a nivel personal, en cada ser humano y en el desarrollo de las relaciones que como consecuencia del pecado se establecen dentro de esta. Se trata pues, de un problema de orden espiritual, que afecta a nuestra relación con Dios y personal, que tiene que ver con nuestro nivel de madurez. Por ello para empezar a establecer bases sanas en la familia, cada miembro de la familia debe resolver su problemática en el nivel espiritual, en segundo lugar ese cambio profundo que denominamos conversión dará lugar a un proceso de desbloqueo de instancias personales y relaciones interpersonales que darán paso al crecimiento personal. Sin esa nueva creación, sin ese poner en orden las cosas, difícilmente vamos a poder asistir y ver avances significativos en la vida familiar y en otras áreas.

 

De ahí la necesidad de la redención, de la nueva creación para la familia. Aunque Dios no redime ni parejas, ni familias como conjunto; la redención que es personal como ya hemos mencionado supone el inicio de un proceso de cambio que aunque no es instantáneo, ni definitivo, lo cierto es que cuando la salvación entra en una familia a través de uno de sus miembros, todas las relaciones se ven afectadas y entran en una dinámica de crecimiento o por el contrario de resistencia más o menos profunda.

Las relaciones familiares y la redención

Los capítulos 5 y parte del 6 de Efesios, están dirigidos, principalmente y esencialmente, a aquellos que hemos sido redimidos por Cristo. Enfatizo esto por que si ya son difíciles de entender para los propios creyentes, qué diremos para aquellos que todavía no han aceptado la fe en Cristo.

 

Dicho de otra forma son los cristianos mejor que nadie los que podemos llegar a entender el funcionamiento y los papeles básicos de cada miembro en el matrimonio. Aunque es cierto que el matrimonio por ser una institución creada previamente a la Caída, tiene un carácter universal, y por lo tanto es para cristianos y no-cristianos. No debe extrañarnos que haya matrimonios mixtos o no-cristianos que funcionen «humanamente» bien, eso suele depender del nivel de madurez de los miembros de esa pareja.

 

Pero no es menos cierto que el pecado es una realidad que nos afecta a todos, y sólo su reconocimiento abierto nos conducirá a reconocer la necesidad de la redención. Y la experiencia de la redención aporta elementos únicos para vivir en abundancia la relación matrimonial y de familia. Por ello el cristiano está en la mejor de las condiciones para entender todas las implicaciones del orden bíblico del matrimonio, porque incorpora a su experiencia la dimensión espiritual, antes estaba «muerto» ahora «vive en Cristo» y eso marca diferencias.

 

La perspectiva que nos ofrece esa sección de Efesios sobre el matrimonio y la relación padres-hijos, es radicalmente distinta a la que nos presenta la sociedad en la que vivimos, una sociedad caída que continua alejada de su Creador. Si queremos hablar de sanidad en la familia, tendremos que considerar la perspectiva de Dios, ya que Él es el hacedor y el diseñador de esta.

 

El desafío que se nos plantea en estos textos es que sólo podremos entender en profundidad el matrimonio, la familia, la paternidad, si entendemos y experimentamos la redención en Cristo.

 

Es también una enseñanza dirigida a aquellos que tenemos el privilegio de vivir llenos del Espíritu Santo. Efesios 5:18: «Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay libertinaje, sino sed llenos del Espíritu Santo». Este es un punto muy importante que encadena todo lo demás; tener el privilegio de ser llenos del Espíritu Santo, implica que podemos entender y vivir a la luz de lo que dice Efesios 5:21: «someteos unos a otros en el temor de Cristo», este es el marco general en el que debe vivir todo creyente, se trata de una actitud profunda y conscientemente asumida de sumisión al Señor, y como consecuencia unos a otros.

 

La iglesia es parte de la nueva creación, las relaciones en la iglesia son algo completamente distinto a las relaciones que se dan en una sociedad alejada de Dios. Todavía no hemos alcanzado la perfección, debemos ser realistas, pero hemos recibido una nueva naturaleza y disponemos de una rica fuente de recursos espirituales en Cristo que nos colocan en un proceso de cambio seguro y prometedor.

 

Formamos parte de una comunión en la que no somos independientes de forma inmadura y egoísta, se da una interdependencia voluntaria, asumida personalmente con convicción. Sumisión es reconocer que no puedo vivir independientemente de los demás miembros del cuerpo de Cristo. El apóstol va a aplicar este principio fundamental de la sumisión a tres áreas de relación que son esenciales en nuestra vida. En este artículo vamos a considerar dos principalmente; una la referente al matrimonio y la otra referente a la paternidad, ya que el tema que nos ocupa es la familia. Pablo desarrolla una enseñanza capital, crucial para la iglesia de Dios, para entender el mensaje de la redención aplicado a las relaciones familiares.

 

El problema humano surgió del deseo por parte nuestra de ser como Dios, cosa imposible pues Dios es único, así sucumbimos al engaño diabólico, en ese punto esta todavía la humanidad en su mayoría. Y la nueva creación o redención en Cristo, nos recuerda que como criaturas que somos debemos vivir en humildad y sumisión mutua, bajo la autoridad de Dios, y el orden por El dispuesto. Con la redención, pues, además de poner solución al conflicto espiritual del ser humano, se nos señala un orden, unos principios que si los aceptamos, comprendemos y aplicamos nos ayudarán a vivir conforme al propósito de Dios y como consecuencia a poner las bases para una familia sana.

 

Lo que consideraremos a continuación, no es la opinión personal del apóstol Pablo; algunos han visto en Pablo, únicamente, entre comillas, «un apóstol», un hombre con las limitaciones que todo ser humano tiene, un hombre de su tiempo, un hombre cuya opinión estaba influenciada por la cultura en la que le tocó vivir. Aunque estemos de acuerdo con algunos matices de estas afirmaciones, debemos recordar que el concepto bíblico de revelación supera todas esas limitaciones; la profecía fue dada por inspiración de Dios y aquellos que hemos sido redimidos por Cristo, entendemos que toda la Escritura es inspirada por Dios, eso incluye esta sección. Así pues no es la opinión subjetiva del apóstol Pablo, como tampoco un planteamiento de esta cuestión desde la óptica cultural del primer siglo. De lo que estamos ciertos es que este texto como el resto de la Escritura, sin la mente de Cristo es imposible entenderla y de ahí que necesitamos acercarnos con la convicción de que lo que estamos considerando es la revelación de Dios, la Palabra de Dios.

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