La paz de Cristo para su creación sufriente

Samuel Escobar

El cuidado de la creación de Dios por fin incluido en la agenda

El Tercer Congreso de Lausanne para la Evangelización Mundial, que tuvo lugar en 2010 en Ciudad del Cabo, reunió a miles de líderes evangélicos de todo el planeta. Como explica Samuel Escobar en un resumen excelente en la revista ‘Alétheia’ (1), este congreso se nutre de los dos anteriores y refleja una iglesia mucho más global y menos influida por las iglesias en Europa y en Norteamérica. Grupos, temas y expresiones de fe evangélica que antes no estaban presentes tuvieron un impacto en los temas y en la dinámica del congreso. Un ejemplo de ello es que la declaración de fe y la llamada a la acción práctica abordó por vez primera, de una forma clara y explícita, el tema de la relación del hombre con el medio ambiente, su impacto negativo en la maravillosa creación de Dios, incluyendo el cambio climático como ejemplo de la magnitud de dicho impacto, y la responsabilidad del hombre y de las iglesias en la gestión medioambiental de una forma sostenible.

 

En los dos congresos anteriores, el cuidado de la creación y la preocupación del deterioro del medio ambiente apenas se trataron, reflejando el limitado interés del mundo evangélico en este tema.

 

Pregunto al lector: ¿Cuándo fue la última vez que oyó una predicación o asistió a un estudio sobre el tema? A lo mejor, ha leído algo o asistido a alguna conferencia, pero sería bastante reciente. La información de la relación del impacto del hombre en la creación de Dios se ha limitado hasta ahora, especialmente en España, a unas conferencias de segundo plano, temas subsidiarios o ‘exóticos’. En España, los líderes se resisten a relacionar el medio ambiente y el deporte con lo espiritual, a pesar de que son dos ámbitos que atraen e interesan en gran manera a la juventud de hoy. El Compromiso de Ciudad del Cabo refleja la importancia que se le está dando a este contenido en muchos países, pero en el mundo hispanoparlante sigue siendo un tema secundario.

 

Esto es triste, porque los problemas medioambientales en España y en el centro y el sur de América son crecientes y alarmantes: la pobreza y la injusticia social tienen mucho que ver con la forma en que tratamos los recursos de este planeta. Aun así, seguimos considerando a los grupos ecologistas como rojos disfrazados de verde, o extremistas que amenazan nuestra comodidad. Hay que volver a la Biblia para constatar cómo Dios ve la Tierra y cómo la estamos expoliando, y como Él advierte acerca del maltrato a una creación que es creada ‘buena’ y que es ‘Suya’, no nuestra.

 

Han sido estas organizaciones no gubernamentales seglares las que han mostrado una gran preocupación por el medio ambiente, movidas principalmente por el temor a los efectos sobre la humanidad y sobre el futuro de sus hijos. A pesar de que los cristianos tienen razones poderosas en la Biblia para cuidar la creación de Dios, la Iglesia ha hecho una lectura parcial de la Biblia, aunque precisamente debería haber liderado esta lucha por tener en la palabra de Dios razones tan sumamente poderosas. Es de agradecer que, finalmente, este tema haya sido tratado en Ciudad del Cabo con la importancia que se merece.

 

En cuanto a la primera parte, la declaración de fe, en la sección ‘Amamos la creación de Dios’, se incluye a la naturaleza y los animales como objeto del amor de Dios, no sólo a los hombres (‘el mundo de las naciones y culturas’, ‘los pobres y los que sufren’, ‘nuestros prójimos como a nosotros mismos’, etc). La Tierra es de Él: “Del Señor es la tierra y su plenitud”. Cuidamos de la Tierra, sencillamente, porque pertenece a quien llamamos Señor’ (2).

 

No sólo es suya, sino que es Él quien la sustenta.(3) ‘Cuidamos la Tierra, no según los fundamentos del mundo secular, sino por amor al Señor. Si Jesús es Señor de toda la Tierra, no podemos separar nuestra relación con Cristo de la forma en que actuamos con respecto a la Tierra. Porque proclamar el evangelio que dice “Jesús es el Señor” es proclamar el evangelio que incluye la Tierra, ya que el Señorío de Cristo es sobre toda la creación. El cuidado de la creación es, por lo tanto, un tema del evangelio dentro del Señorío de Cristo’ (4).

 

Hay una llamada al arrepentimiento por nuestra parte en la ‘destrucción, dilapidación y contaminación de los recursos de la Tierra y nuestra complicidad en la tóxica idolatría del consumismo’, seguido por un ‘compromiso a una urgente y profética responsabilidad ecológica’. La misión integral del evangelio se dirige a las personas, a la sociedad, y también a la creación. ‘Los tres están quebrados y están sufriendo por causa del pecado; los tres están incluidos en el amor y la misión redentores de Dios; los tres deben formar parte de la misión integral del pueblo de Dios’.

 

En la segunda parte, ‘Un llamamiento a la acción’, se nos recuerda las anteriores afirmaciones de que la Tierra es de Dios, y no nuestra, y que somos administradores, mayordomos de la abundancia de la buena creación de Dios. Hay un reconocimiento de que hemos tomado parte en el ‘extenso abuso y destrucción que se hace de los recursos de la Tierra, incluida su biodiversidad’, y que el reto más grave que afronta el mundo físico hoy es la amenaza del cambio climático, el resultado de nuestra riqueza, ya que afecta desproporcionadamente a los que viven en los países pobres, más expuestos a los climas extremos y con menos posibilidades de moverse o adaptarse. Finalmente, se alienta a los cristianos de todo el mundo a:

 

A) Adoptar estilos de vida que renuncien a los hábitos de consumo que sean destructivos o contaminantes’. Muchos nos preguntamos si la crisis económica actual es un claro resultado de los ‘ecopecados’ del hombre, sencillamente el resultado de ignorar los consejos y los mandamientos en la palabra de Dios. “Él convierte los ríos en desierto…la tierra fructífera en estéril, por la maldad de los que la habitan…” (Sal. 107: 33-34). La manera de vivir de la sociedad actual refleja una fe en lo material, conseguido por uno mismo, no en la fe en el Creador y Sustentador de todo, el que promete cuidarnos y proveernos con lo que realmente necesitamos.(5)

 

B) Ejercer medios legítimos para persuadir a los gobiernos a que pongan los imperativos morales sobre la conveniencia política en los temas de la destrucción medioambiental y del potencial cambio climático. En España, la influencia de la Iglesia Evangélica en la política es casi inexistente, en parte por la falta de unidad entre las iglesias y porque seguimos separando el mundo real del espiritual.

 

C) Apoyar activamente a los cristianos que están trabajando para que haya un uso adecuado y sostenible de los recursos del planeta, y a aquellos cristianos que trabajan en la conservación, defensa y restauración de los hábitats y especies de la Tierra. Si queremos ver un ejemplo actual que está funcionando en varios países en el mundo, sólo tenemos que mirar lo que la organización A Rocha está haciendo.

 

En España, los cristianos estamos muy lejos de cumplir estos tres objetivos. Nuestro evangelio se limita demasiadas veces a un mensaje verbal, que no siempre es consecuente con nuestra forma de vivir o consumir, que tiene poco que ver con las prioridades y el estilo de vida de nuestro propio Señor Jesucristo. En los últimos años, han tenido lugar algunas conferencias y charlas sobre este tema, pero han logrado poco impacto. Es significativo que A Rocha, la organización ecológica evangélica no gubernamental fundada por Peter Harris en los años 80, y que ahora trabaja con proyectos científicos, educativos, de conservación y de desarrollo sostenible en más de 20 países en el mundo, nunca haya tenido un impacto en España,(6) teniendo su base original en el Algarve, Portugal. Es hora de que los que aman a Dios, y que aman también su creación, se pongan en pie y trabajen para reflejar su carácter y voluntad, siendo mayordomos responsables.

 

Para terminar, creo que el Compromiso de Ciudad del Cabo es un documento esencial para la Iglesia hoy que, fundamentado en la Biblia, busca la forma de llevar el mensaje de salvación a su generación de la forma más efectiva posible. Esto incluye el cuidado de la creación de Dios.

 

Mi recomendación es que cada iglesia reflexione sobre el documento, intentando aplicar de forma práctica su contenido. Es posible que así podamos refrescar nuestras ideas sobre cómo llegar a un mundo que necesita a gritos reconciliarse con su Creador.

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Notas

 

1 Revista Alétheia no 40: ‘¿Se ha movido el Movimiento de Lausana?’, (Samuel Escobar), páginas 5 a 15.

2 Sal. 24:1; Dt. 10:14.

3 Col. 1:15-20; He. 1: 2-3.

4 (Sección 7(a) de la primera parte).

5 Mt. 6 19-21, 24 a 34.

6 Una reunión en mayo en el centro de Cascadas, en la sierra de Madrid, reunió a unos cuantos amantes de la naturaleza para escuchar a Marcial y Paula Felgueiras, directores de A Rocha Portugal. Para ver un vídeo sobre A Rocha: http://www.arocha.org/int-en/work.html

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