
Responsabilidad hacia la familia
Pedro Sanjaime
Yfinalmente, el último valor que desearía destacar sobre el libro de Proverbios con relación a la familia, lo encontramos en el capítulo 24: 30-34:
«Pasé junto al campo del hombre perezoso y junto a la vida del hombre falto de entendimiento y he aquí que por toda ella había crecido los espinos, las ortigas habían ya cubierto su faz y su cerca de piedras estaba ya destruida, miré y reflexioné, lo vi y aproveché la lección, un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir, así vendrá como vagabundo tu indigencia y tu pobreza como hombre armado».
1. La responsabilidad no nace, se hace
Mi Padre era agricultor y de pequeño y adolescente aprendí algunas cosas de la agricultura viéndole a él trabajar en el campo. Ahora, cuando encuentro un texto en la Biblia que habla de la agricultura me cautiva y este, es uno de ellos no solo por utilizar una figura campestre sino también por ser un ejemplo anticipado del método científico de obtener información de los procesos naturales.
El autor nos introduce al campo de la observación natural como medio de aprendizaje de los procesos personales y espirituales. El mismo Jesús utilizó este método mediante las parábolas para enseñar verdades espirituales (aquello que no es perceptible a los sentidos humanos) a partir de aquellos procesos conocidos y observables de la vida real.
El autor observa el campo (naturaleza) y la actitud del hombre perezoso (persona) que abandona su campo, y, establece una relación entre ambos. La actitud del ser humano está vinculada a la naturaleza. Lo uno afecta a lo otro. La pereza es causa de ruina y de miseria, por tanto el autor establece una causalidad. Además, el autor explora los posibles síntomas que se manifiestan en la pereza como son: el sueño, cabeceo, mano sobre mano y el dormir. Señala también que este síndrome no aparece instantáneamente sino que es un proceso degenerativo. Finalmente traza el curso de este síndrome que produce: espinos, ortigas y rotura de los muros protectores.
El autor va más allá de lo laboral y como hemos dicho al principio, los valores aquí son universales y fluyen en todas las áreas de la persona. El que es perezoso en el trabajo, lo puede ser también en la familia o en cualquier área de la vida. Proverbios apela hacia la responsabilidad del ser humano para administrar y cultivar su familia. Si la abandona, igual que pasa con un campo, así ocurrirá también en el hogar donde aparecerán todo tipo de malas costumbres, recelos y rencores y falta de comunicación.
¿Cuáles serán las consecuencias?, nos dice el texto que «observando el campo del perezoso había producido cardos, ortigas y la valla que separa y protege el campo estaba destruida» . Una imagen muy parecida a la de Jerusalén en tiempos de Nehemías, donde los muros habían sido destruidos y donde la ruina física era símbolo de la ruina espiritual. Este campo es símbolo de la ruina espiritual y personal del perezoso y nosotros como personas podemos abandonar nuestra responsabilidad de cultivar el campo que Dios nos ha dado: la familia. Y no dudemos, que en el momento en que es abandonado, aparecerán los cardos, las ortigas y otras malas hierbas que están intrínsecamente en la naturaleza de este mundo caído por el pecado.
Cuando en la familia no se cultiva lo bueno, aparece lo malo, de eso puedes estar seguro, yo lo aprendí con mi padre. Una de las tareas más importante y constante es la de mantener el campo limpio de malas hierbas, nos pasábamos días cortando las malas hierbas pero vuelven a aparecer al poco tiempo. Las recogíamos las quemábamos, las destruíamos, las aislábamos del campo pero otras volvían a crecer. Por el contrario, tú cultivas las buenas plantas, las cuidas, las abonas, las proteges y aun así, todavía se te mueren y si no se te mueren, cualquier plaga oportunista puede dañarlas severamente cosa que no parece afectar a las malas hierbas.
Cuando no se cultiva ni se trabaja la tierra, esta produce lo que hay en su propia esencia, cardos, ortigas y malas hierbas. Tu naturaleza y mi naturaleza está afectada por el pecado y si no la cultivamos, si no establecemos una disciplina responsable, lo que produce son cardos, malas hierbas, ortigas, nuestras vallas se caen, nuestra identidad se pierde y perdemos el sentido de protección de nuestras propias vidas.
El libro de Proverbios apela a la responsabilidad en la familia para que cada miembro aprenda a ser consistente y disciplinado en la vida. No somos perfectos y no lo haremos todo bien, pero cuando te equivoques asume la responsabilidad, busca soluciones y arranca aquello que impide tu madurez como persona. No busques el camino fácil de huir o de quedarte paralizado frente a un problema o a una situación que hay que hay que tratar y solucionar.
Proverbios nos llama al cultivo de la familia, y la palabra cultivo viene de la palabra cultura; y para tener verdadera cultura de la sabiduría de Dios hemos de ser personas que en todos los ámbitos, pero especialmente en la familia, hemos de ser capaces de cultivar los valores de Dios. Dios nos llama a que cada uno de nosotros asuma el papel que nos corresponde dentro del hogar. Si caemos en la pereza de trabajar en el hogar, y eso es muy fácil, lo más lógico es que acabemos en una situación de miseria y de pobreza espiritual y personal y la destrucción vendrá sin darnos cuenta, poco a poco irá apareciendo.
2. La Evasión
La compañera de la pereza es la evasión de la responsabilidad. El perezoso busca y encuentra excusas para justificarse. Esa tendencia es innata en todo ser humano y tiene su origen en el pecado y en la vergüenza y miedo resultante. En la caída de Adán y Eva ya encontramos este fenómeno. Adán acusa a su mujer de su desgracia y Eva asume el papel de víctima ante la serpiente. Ninguno de los dos asumió su responsabilidad de reconocer su culpa y confesar su error con sinceridad.
La historia sigue repitiéndose en las familias: acusaciones mutuas, esconder las verdaderas intenciones, huir del problema, pretender disfrazar la situación o las intenciones etc. La tendencia a evadir la responsabilidad se aprecia también en el mundo que nos rodea. Nadie es culpable, siempre hay una justificación o algún otro personaje aparece como el culpable de la maldad. Si se da el caso de no encontrar a otro, entonces es la sociedad o también, ¿por qué no? Dios.
Esta es la mayor dificultad para restaurar la relación en la familia, las excusas y justificaciones que aparecen por parte de los miembros, hacen inviable la confianza y el afecto mutuo. Ante una situación así, poco se puede hacer. La única alternativa es que cada miembro asuma su responsabilidad con un compromiso sincero de trabajar su relación y recuperar la confianza y el respeto. En el texto anterior, la condición del campo está vinculada a la actitud del perezoso. Si este, modifica su actitud y asume su responsabilidad trabajando y cultivando la tierra, la implicación es que el campo volverá al orden y a la producción adecuada. El problema no está en el campo, está en el propietario del campo. El campo simplemente es un reflejo del interior de su propietario.
La clave de la responsabilidad está en la reflexión. Dice el autor «miré y reflexioné, lo vi y aproveché la lección». Es curioso notar como la irresponsabilidad de uno, el propietario del campo, fomenta la responsabilidad de otro, el observador. ¿Acaso no veían los dos lo mismo en el campo? ¿Cómo es que el dueño no ve lo que el observador si ve? ¿Cómo es que uno aprende y el otro no?. La respuesta está en la actitud de la persona, el perezoso es falto de entendimiento, no percibe la miseria y por tanto, su capacidad de reflexión está atrofiada. El observador observa con intención de aprender, y para ello, usa la reflexión que le permite ver no solamente el estado del campo, sino también aprender una lección práctica para la vida. Esa es la sabiduría de Dios que mueve a la persona hacia la dignidad y hacia la responsabilidad.
Conclusión
Concluyo recapitulando los tres principios que nos puedan ayudar para que cada uno de nosotros meditemos, reflexionemos y veamos también nuestro campo como está, no sea cosa que hayan crecido malas hierbas y quizás es el momento para detenernos y para empezar a arrancar de cuajo sentimientos, odios, pasividad, rencores, actitudes consumistas, indiferencias, complejos y hábitos que deben ser arrancados.
En primer lugar respeto, pero un respeto que surge de la comprensión de la dignidad de la otra persona. Le respeto por lo que es como persona y le respeto porque conozco a Dios y sé el tremendo valor que Dios ha dado a esa persona, no puedo tratarle como a cualquier cosa.
Sabiduría, pero la sabiduría que tiene que ver con la profundidad de las relaciones y los valores de la vida. La sabiduría que viene de Dios y que me prepara y capacita para educar, para ayudar a que podamos crecer juntos como familia en este proyecto que Dios tiene para nosotros.
Y por la responsabilidad, asumiendo que esa responsabilidad me exige tener que sacrificarme por los demás miembros de la familia, tener que luchar por mantener algo de lo cual yo voy a recoger un fruto que va a sostener mi vida y la de los míos; un fruto que, a veces, va a requerir trabajo intenso y difícil, pero que vale la pena tal como el agricultor debe esforzarse, esperar y ver las plantas crecer, hasta el día que se recoja el fruto.
© 2004 Pedro Sanjaime © 2004 Básicos Andamio
© 2015 porfineslunes.org. Usado con permiso
Permiso: Permitimos y animamos a reproducir y distribuir este material ya sea de forma completa o parcial tanto como se desee, siempre y cuando no sea cobrando o solicitando donativo alguno por ello, más que el coste de reproducción. Para uso en internet, por favor, usar únicamente a través del link de esta página. Cualquier excepción a lo anterior debe ser consultada y aprobada por porfineslunes.org. Contacto: info@porfineslunes.org
Por favor, incluir el siguiente enunciado en cualquier copia a distribuir: © 2014 porfineslunes.org. Una iniciativa de los Grupos Bíblicos de Graduados de España (GBG). Grupos Bíblicos Unidos (GBU). Website: gbu-es.org
Foto en Piqsels
Este artículo es el tercero de una serie de tres
Ir al primero
Ir al segundo