Sal y luz en el mundo de los negocios (II)

Frederick Catherwood

2. El soborno y la corrupción perjudican las relaciones comerciales

Muchos de los que dan y aceptan sobornos ven el dinero como medida de un éxito personal sin ser conscientes del daño que causan a la sociedad. E incluso si lo son, no saben bien cómo atajar el problema. Los sistemas corruptos son ocasión de acumulación de riqueza para los poderosos.

 

Como ejecutivo principal en una empresa con intereses en el campo internacional del comercio, tuve ocasión de comprobar la profundidad del problema. Y como presidente, posteriormente, del comité de la Agencia Británica de Comercio Exterior, sostuve en más de una ocasión conversaciones y debates respecto a tan grave problema con diferentes exportadores a título privado. Además, como presidente del Comité del Parlamento Europeo para el Comercio Exterior, la noción del hecho se amplió aún más.

 

Por un lado, estaría el caso de Singapur, con su muy severa ley contra la corrupción y graves sanciones por sobornos y corruptelas. Así, en la actualidad, y pese a no disponer de recursos naturales propios, Singapur es uno de los países más ricos y prósperos del mundo. Mientras que, en el polo opuesto, estarían los países que, aun disponiendo de más que sobrados recursos propios e importante capital humano, tienen una tasa de pobreza escalofriante.

 

Japón, al igual que Singapur, dispone de escasos recursos propios y, aun así, se cuenta entre las naciones más ricas del planeta. Partiendo de un nuevo principio, las medidas preventivas contra la corrupción llevaron a un grado muy bajo de soborno y corrupción. Al igual que Singapur, Japón ha canalizado todas sus energías a favor del desarrollo industrial, comprometiéndose al mismo tiempo con una política de comercio ético. El caso de Corea del Sur es muy similar.

 

La relación entre un bajo nivel de corrupción y una notable prosperidad económica no es difícil de establecer. Un negocio próspero necesita una confianza mutua entre vendedor y comprador. Confianza que radica en la seguridad de que el producto intercambiado cumplirá con los requisitos preestablecidos, que será entregado en la fecha convenida y que las cantidades devengadas serán abonadas en su momento tanto al personal asalariado como a empresarios y a comerciantes.

2.1. El soborno y la corrupción afectan a la economía

La desviación de fondos de los pobres hacia los ricos es sólo uno de los varios costes que conlleva la corrupción y la falta de ética. Cuando se convierten en norma, la incertidumbre que se genera acaba por destruir el legítimo entramado de relaciones personales consustancial a la economía moderna.

 

Mi primera experiencia personal con el soborno tuvo lugar siendo yo un muy bisoño jefe ejecutivo en una compañía constructora de ámbito internacional. Nuestros ingenieros recibieron información de cierto agente, que aseguraba representar al gobierno del Presidente Batista de Cuba, de que este tenía la intención de hacerse construir un nuevo palacio presidencial y que, por una ‘tasa’ de un diez por ciento del total, nosotros conseguiríamos el contrato. La decisión que tomamos como equipo fue que no teníamos forma de comprobar la autenticidad de su calidad de representante, y que, en el caso de que lo fuera, desconocíamos si Batista contaba con los fondos suficientes para acometer tal empresa o si se esperaba de nosotros que le ayudáramos a conseguirlos. También nos planteamos si tal dispendio no era síntoma de que Batista había perdido la noción de la auténtica realidad, como vino a demostrarse más adelante al ser depuesto de su cargo. Así que le respondimos con una negativa. La última de esas conjeturas nuestras resultó acertada. Un grupo de jóvenes rebeldes se hizo con el poder en Cuba, liderados por un hasta entonces desconocido Fidel Castro.

 

Otro país de la zona necesitaba construir un nuevo puerto y nosotros manifestamos nuestra disponibilidad. La obra urgía, pero, por alguna razón desconocida por nosotros, no pudimos establecer contacto con el correspondiente canal gubernamental.

 

Quienes estaban al tanto de lo que realmente ocurría, nos informaron de que los otros ministros estaban bloqueando la gestión del Ministerio de la Marina por tener cada uno de ellos la esperanza de convertirse en el nuevo ministro de esa Cartera, con la evidente intención de hacer de ello fuente de lucrativos ingresos extra a título personal.

 

Algunos años después, siendo yo ejecutivo de otra empresa internacional de construcción, me encontraba trabajando en el Golfo Pérsico justo en los inicios del boom del petróleo, que muy pronto se tradujo en una plétora de nuevos proyectos de construcción. Pero, dado que todo posible contrato en el sector estaba sujeto a un ‘pago extracontractual’ (esto es, un soborno) a algún miembro del gobierno, optamos por regresar a casa y emplear nuestras energías en el proyecto de construcción de las nuevas plataformas petrolíferas del Mar del Norte. Construimos tres enormes estructuras de acero, adecuadas para un mar de aguas tan turbulentas, justo antes de que decayera el boom, y nuestra empresa no resultó perjudicada en absoluto por haberse mantenido alejada de esa nefasta costumbre de ‘pagos extracontractuales’ que parecía ser la norma en el Golfo.

 

El problema de los sobornos durante la época álgida del petróleo fue objeto de debate en Davos con ocasión del “Davos Management Symposium” (como era conocido entonces).

 

Las empresas afines a la industria acordaron fomentar una política de mutuo apoyo en su lucha por poner freno a la corrupción. Un eslabón esencial en la batalla contra esa lacra era el seguimiento de las operaciones bancarias asociadas al soborno. Al ponernos en contacto con los principales bancos internacionales para que ejercieran presión en el sistema bancario, uno de los directores de mayor edad se excusó cortésmente, pero otro joven director reaccionó muy agresivamente: ‘¿Acaso esperan que vayamos a preguntarle al Príncipe de dónde ha salido su dinero?’, demandó encrespado.

2.2. El soborno y la corrupción afectan a la estabilidad política

La práctica sistemática del soborno y la corrupción es causa de inestabilidad política. De hecho, hay políticos que aspiran a introducirse en el círculo de poder con el exclusivo propósito de beneficiarse económicamente gracias a un sistema corrupto. Incluso se dan casos de cambios pactados en la sucesión en el poder con el fin de proporcionar a un corrupto jefe de Estado saliente la oportunidad de exiliarse sin riesgos. En 1978, un alto cargo médico de cierto hospital tuvo una entrevista con el presidente de un país del África occidental en relación a una huelga hospitalaria. Haciendo gala de un gran coraje, le instó a que abandonara el país. Según informes fiables al respecto, exigió a cambio un ‘acuerdo monetario’ sustancioso. Pero no había juzgado acertadamente la situación ya que, después, fue asesinado a punta de pistola por alguien que debió pensar que ese era el camino más fácil. Otros jefes de Estado han sido eliminados en circunstancias igualmente sospechosas. Indira Gandhi, Primera Ministra de la India, es ejemplo de ello, muriendo de un tiro en el propio palacio presidencial por parte de uno de sus guardias en 1984. En 1988, el avión del presidente Zia de Pakistán estalló en el aire, falleciendo en el atentado tanto tripulación como pasajeros. El presidente de Ruanda murió en un ataque aéreo contra el avión presidencial en el propio aeropuerto de Kigali en 1994. El genocidio de Ruanda, ocurrido posteriormente, se cobró las vidas de casi un millón de nativos en poco más de un centenar de días.

 

Está también el caso del presidente de Argentina, Juan Perón, que escapó de la Casa Rosada, palacio presidencial, para, tras embarcar en un destructor en Río de la Plata, llamar a los tanques para que acudieran a rescatarle. De forma un tanto misteriosa, los tanques dejaron de funcionar al poco de salir de los barracones del cuartel. Según apuntan todos los indicios, no se les había aplicado ningún cuidado de mantenimiento, y ello pese a la inmensa reserva de recursos naturales con que cuenta el país.

2.3. El soborno y la corrupción perjudican al desarrollo económico

Otro de los efectos de la práctica del soborno y la corrupción es inhibir el impulso del desarrollo económico. La competitividad por asegurar una inversión ‘interna’ (atrayendo los intereses de las multinacionales) es grande en todo el mundo. Esas inversiones extranjeras suponen una revalorización del país, nuevas oportunidades para los negocios, contar con la probada experiencia y solvencia de compañías acreditadas, y el acceso a mercados internacionales a través de sus contactos. Cierta compañía británica solicitó asesoramiento en relación a la implantación de una importante compañía química en un país del sur del Asia oriental, notorio por la corrupción de su mercado. Nuestro consejo fue que desistieran, por las muchas probabilidades de que fuera retenida por la demanda de rescate por una u otra razón, y nada podría hacerse entonces en caso de que así sucediera. Nuestro consejo fue seguido y la compañía se decantó por otro país vecino con mejores perspectivas de negocios honestos.

2.4. La lucha contra el soborno y la corrupción

Incluso en aquellos países con una sólida reputación en el ámbito de los negocios, la honestidad no es un rasgo con el que siempre se pueda contar. Son muchos los gobiernos que han promulgado leyes contra la práctica sistemática de la corrupción y que se han mantenido firmes en su resolución. El presidente de una importante compañía electrónica estadounidense me comentó en cierta ocasión: ‘No me importa el porcentaje de negocios que pueda perder mi empresa. Lo que tengo claro es que no voy a comparecer ante el Comité de Investigación del Congreso acusado de aceptar sobornos’. En los años del boom del petróleo, una importante multinacional hizo circular entre sus empleados un comunicado oficial que no podía ser más claro en la explicitud de sus términos:

 

‘Bajo ningún concepto se realizarán pagos extracontractuales por ningún posible motivo, ni bajo ninguna posible circunstancia, por parte de los empleados de esta compañía.’

 

Eso no exime de seguir manteniéndo la guardia. En tiempos más recientes, distintos directores de una compañía estadounidense de energía fueron acusados de falsear al alza los datos de los beneficios obtenidos por la empresa, siendo posterior causa de grandes pérdidas para los accionistas que habían hecho sus adquisiciones bajo ese engaño. Muy lamentablemente, la compañía auditora, una de las tres más importantes empresas a escala mundial, había puesto su firma como garantía de la fiabilidad de esas cifras. Al hacerse pública la verdad de los hechos, la reputación de la compañía auditora cayó en picado, viéndose forzada además a desaparecer del mercado. Algunos de los ejecutivos de la compañía energética acabaron en prisión.

 

Incluso los legisladores pueden caer en la tentación del soborno y la corrupción. En los lobbies puede que no se incurra en el burdo soborno de las cantidades pecuniarias, pero sin duda hay otras muchas formas de recompensar a los políticos por un trato de favor. Con cierta periodicidad, en países donde la corrupción no es un mal tan extendido, se produce un escándalo de gran magnitud en los niveles superiores quedando dañada la imagen pública de las instancias mayores. El reciente caso de desviación indebida de fondos públicos por parte de cargos en el Gobierno de Gran Bretaña es triste prueba de ello.

 

En la actualidad, son ya varios los líderes reconocidos y personas de probada honestidad que han alzado la voz al respecto. Un antiguo embajador jamaicano en las Naciones Unidas lo ha expresado en términos muy claros:

 

‘La lucha contra la corrupción es un asunto prioritario. De hecho, es requisito indispensable para el progreso de todo país que aspire a mejorar sus condiciones económicas y sociales, y ello con el fin de pasar de la etapa de desarrollo a la ya plena productividad. De todos es conocido que la corrupción socava las perspectivas de inversión, degrada al gobierno afectado, invalida toda credibilidad a lo legislado y hace que empeore aún más la precaria situación de los más pobres.’ Esas no son palabras procedentes de un país rico que impone su juicio a otro más pobre, sino las de un ciudadano honorable de un país pobre que apela, por medio de la prensa, al patriotismo de sus paisanos. Nadie va a estar dispuesto a invertir en un país que no ha arbitrado las medidas necesarias para poner coto a la corrupción.

 

Es ingenuo pensar que alguien vaya a lograr por sí mismo resultados duraderos. Va a tener que ser un esfuerzo continuado por parte de muchos y durante no poco tiempo. Los Josés y los Danieles de nuestros días van a tener que emplearse a fondo y sin reservas. El emérito profesor Jerry Gana, que ha ocupado a lo largo de su vida profesional distintos cargos ministeriales bajo cuatro presidentes nigerianos, ha hecho del servicio al bien público la misión de su vida: ‘Yo le pido a Dios que me conceda más años de vida, porque la situación política de Nigeria no va a poder ser cambiada de la noche a la mañana’.(1)

 

Jerry Gana se convirtió a la fe cristiana a través de la Scripture Union, y esa fe suya le ha nutrido y sostenido desde sus tiempos de estudiante en los grupos cristianos universitarios en Nigeria y en el Reino Unido. A la pregunta de cómo ha logrado mantenerse firme ante la corrupción, esta ha sido su respuesta: “En primer lugar, aprendí en la Scripture Union, y en NIFES, a permanecer en Cristo observando el comportamiento del equipo de colaboradores. Siempre he tratado de caminar junto a Cristo cada día, meditando en las Escrituras y practicando la disciplina de la oración.

 

En segundo lugar, seleccioné a mis amigos según un criterio de honestidad, porque es muy fácil ver perjudicada la propia reputación por relaciones poco recomendables. Es conocido el caso de políticos nigerianos que echaron a perder su carrera por asociarse con personajes corruptos. La lección que podemos aprender de Daniel ha pasado a ser norma en mi vida.

 

En tercer lugar, era plenamente consciente de la importancia de la actuación honesta. De hecho, estaba convencido de que el panorama político de Nigeria podía cambiar por medio de la influencia cristiana. El grupo evangélico Clapham Sect de Londres había sido decisivo en la lucha por la abolición de la esclavitud a principios del siglo XIX. Wilberforce y Shaftesbury habían sido paradigmáticos para futuras generaciones de cristianos comprometidos en el campo de la política. Son muchos los hombres y mujeres del talante de José y Daniel, y de Ester y de Débora, en la historia del movimiento de IFES. Quiera Dios seguir manteniéndolo así en generaciones venideras”.

2.5. La intervención en crisis no es alternativa adecuada a los negocios honestos

Hace ya unos años, el pastor de una iglesia de Washington me invitó a compartir una reunión informal con dos miembros de su congregación con cargos en el Departamento de Estado. Intercambiamos opiniones acerca del modo en que las intervenciones en crisis fallan con mucha frecuencia en su intento de crear oportunidades para la inversión y a la hora de generar ingresos que ayuden a cancelar la deuda contraída. Ambos funcionarios se preguntaban adónde iba a parar todo ese dinero de las ayudas internacionales. Y los dos estaban convencidos de que la razón del fracaso de esas ayudas económicas había que achacársela a la corrupción. En 2002, el Gobierno de los Estados Unidos aportó una importante cantidad de dinero subsidiario para el recién creado organismo de ayuda en crisis, el Millennium Challenge Account. La idea era ayudar a países comprometidos con la lucha contra la corrupción con medidas que sirvieran para ponerle freno de forma eficaz. Y si bien justo es reconocer el mérito de esa ayuda, la verdad es que no es suficiente para poner fin al problema en su totalidad. Van a ser necesarias más acciones al respecto.

2.6. La importancia de la ética en los negocios

Hubo un tiempo en el que muy pocos líderes dentro del sector de la industria de la exportación, y muy pocos ministros en funciones, habrían admitido conocer casos de corrupción. Pero, ya a partir de la década de los 70, siendo yo vocal de la junta del British Overseas Trade Board (integrado por industriales comisionados por el Gobierno para promover las exportaciones), fue imposible seguir ignorando el problema. En nuestras gestiones a lo largo y ancho del mundo, parte de nuestro trabajo consistía en investigar las distintas denuncias de exigencia de pagos demandadas a nuestros exportadores. Fue entonces cuando un prestigioso periódico británico hizo público en sus páginas el caso de un fabricante de coches que había accedido a esas demandas, ¡haciéndoseme evidente que yo era el único experto conocido en mi país en cuestión de sobornos! En distintas entrevistas en la radio, en la televisión y en la prensa, me fue posible hacer ver que el caso no parecía ni mucho menos verosímil. De hecho, vino a confirmarse posteriormente que había sido un montaje malintencionado. Eso no quiere decir que la práctica del soborno no sea una realidad en el seno de la industria del Reino Unido. Es obvio que sí existe. Pero con ello se demuestra lo vulnerable que puede ser una empresa, y de ahí la necesidad de fomentar la transparencia en las transacciones comerciales.

 

A principios de la década de los 90, los respectivos representantes de distintas empresas internacionales, de instituciones para el fomento del desarrollo, autoridades públicas competentes y ONGs crearon de forma conjunta un organismo de control de la corrupción al que denominaron Transparency International. Entre sus funciones, figuraba informar puntualmente del nivel estimado de corrupción por países y asimismo de la intervención en crisis mediante agencias locales que hacen pública su gestión, promoviendo acción directa para combatir casos concretos de soborno y corrupción (2). En su barómetro de 2006 (Global Corruption Barometer), figuraba en la franja más elevada el soborno a policías. Más de la mitad de los que habían tenido contactos con la policía en África en el ejercicio del año anterior habían tenido que pagar sobornos. En Latinoamérica, se reducía a uno de cada tres. Dentro de una categoría de mayor cobertura, los sobornos en una u otra forma habían estado a la orden del día en Albania, Camerún, Gabón y Marruecos. Y con un porcentaje oscilando entre un 16% a un 40%, también en Bolivia, Congo- Brazzaville, la República Checa, la República Dominicana, Grecia, Indonesia, Kenia, México, Moldavia, Ucrania, Nigeria, Paraguay, Perú, las Filipinas, Rumania, Senegal y Venezuela. Entre los porcentajes más bajos, figuraban Finlandia, Singapur, Suiza y Suecia.

 

Existe una elevada relación entre la herencia cristiana y un bajo nivel de corrupción, pero lo cierto es que ningún país está libre por completo de esa práctica, y algunos países con más de un siglo de misión cristiana en su haber todavía evidencian un alto porcentaje de corrupción, lo que quiere decir que la presencia de la enseñanza cristiana no está siendo suficiente.

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1. El profesor Jerry Gana colaboró con el Presidente Olusegun Obasanjo como Ministro para la Información hasta el año 2007. Realizó estudios en la Universidad Ahmadu Bello (ABU) en Zaria, Nigeria, donde se hizo cargo del grupo cristiano de estudiantes Fellowship of Christian Students por espacio de dos años, pasando después a ampliar estudios con vistas a un doctorado en la Universidad de Aberdeen, Escocia, siendo el primer africano en convertirse en Presidente de una Unión Cristiana. El profesor Gana, conocido entre los estudiantes y licenciados como ‘Uncle Jerry’, es Vicepresidente Honorario de IFES. Para más información, consúltese Champions of Change pp. 12-22 ( los detalles correspondientes en la nota 6 más adelante) o Shining like Stars de Lindsay Brown (IVP 2006), p. 118-119.

 

2. Consúltese www.transparency.org Esta web contiene información fidedigna e informes bien documentados que pueden descargarse sin coste alguno.

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