Sal y luz en el mundo de los negocios (III)

Frederick Catherwood

3. ¿Qué propiciaría el cambio?

La corrupción casi siempre suele tener su origen en las altas esferas. En países catalogados con mayor índice de corrupción, la prensa local es silenciada como norma para que no informe al respecto. Sus editores son sistemáticamente intimidados o, peor aún, obligados por coerción a guardar absoluto silencio al respecto. Numerosos periodistas y empresas de comunicación han sufrido las consecuencias por arriesgarse a hablar con valentía de tan grave problema. Pero, aun así, y fieles al llamamiento que conlleva su profesión, el mundo de la prensa no está dispuesto a ocultar la realidad del caso y sin cesar hace suya la tarea de denunciar la falsedad, la hipocresía y las mentiras.

 

El diario Jamaica Gleaner, de fecha 5 de enero 2006, incluyó un reportaje en el que se informaba que el Gobierno del país había nombrado ‘oficiales de ética’ con la tarea explícita de denunciar la práctica de la corrupción allí donde se hiciera manifiesta, mientras que, por su parte, el Presidente de la Asociación de Servicio Público se había pronunciado a favor de la protección de dichos funcionarios y sus familias. ‘El sector público está carcomido por historias de corrupción’, afirmaba, ‘pero las personas no se atreven a denunciar los casos por miedo a las represalias.’ Los que así hacían sonar la voz de alarma corrían el peligro de graves amenazas contra sus personas.

 

La prensa tiene un importante papel que desempeñar en la denuncia de la corrupción. La Asamblea General de las Naciones Unidas organizó una Convención contra la Corrupción en octubre de 2003, pasando a ser operativa en diciembre de 2005. A día de hoy, 140 países han firmado el acuerdo y 38 más lo han ratificado. La Convención abre brecha en nuevo terreno. Por vez primera, el secreto bancario no puede aducirse para recuperación de fondos y valores, y ni un solo país va a estar exento de la obligatoriedad de devolver fondos de saqueo. La prensa podrá exponer a la opinión pública tales desmanes.

 

En un reciente reportaje de la BBC sobre un país africano, se informaba a los telespectadores de cómo el nuevo gobierno había accedido al poder bajo la premisa de una decidida lucha contra la corrupción. La euforia había sido grande entre los pobres y los explotados, pero la alegría pronto llegó a su fin al hacerse público un escándalo financiero en las altas esferas, quedando así en entredicho la gestión del gobierno.

3.1. Una lección sacada de la historia

La Europa de finales de la Edad Media era una sociedad corrupta. Una nueva fuerza en la propiciación de un cambio fue la publicación de la Biblia en el habla cotidiana de las gentes. Esto sucedía en los albores del siglo XV. Con la Biblia asequible a las clases populares, el monopolio de los obispos (nombrados por los propios monarcas) respecto a qué saber acerca de la fe se vio seriamente mermado. El número de personas que podían leer aumentó, incrementándose también su capacidad de discernimiento respecto a qué creer y qué opinar en base al propio texto. Así, cuando un monarca concedía derechos exclusivos de patronazgo y explotación a determinados personajes, las gentes cristianas podían protestar invocando las enseñanzas bíblicas al respecto. Perjudicados en sus intereses, tanto monarcas como obispos hicieron causa común contra los Reformadores, sufriendo muchos de ellos exilio. Cuando el reformador John Knox regresó a su nativa Escocia, lo hizo vía Ginebra, ciudad-Estado con gobierno propio. Los valores que allí se aplicaban le inspiraron para iniciar una reforma en Escocia en esa misma dirección, teniendo con el paso del tiempo consecuencias de muy largo alcance.

 

Las iglesias calvinistas posteriores a la Reforma proporcionaron un modelo muy válido para la evolución de la vida pública. Como movimiento contracultural, dieron pie a la aparición de una ‘ética protestante’ innovadora, con firme base en la parábola de los talentos,(3) que aunaba trabajo en firme y confianza mutua. El resultado de ello fue la independencia financiera de las iglesias protestantes y un distanciamiento absoluto de las prácticas de corrupción prevalentes. La ética protestante se basaba en una mutua confianza entre vendedor y comprador, prestamista y tomador. Las transacciones comerciales experimentaron así un gran auge entre los distintos países con trasfondo protestante: Suiza, los Países Bajos, Escocia, Inglaterra, Nueva Inglaterra y Prusia.

 

Mientras que la confianza de fondo fomentada por la ética protestante entre compradores, vendedores y comerciantes propiciaba un comercio muy activo y fluido, la confianza generada entre comerciantes y banqueros produjo el capital necesario para la financiación de un volumen de operaciones en constante aumento.

 

Los holandeses tienen un dicho emblemático de ese espíritu de trabajo duro y honesto con los medios a su alcance: ‘Dios tan sólo nos dio mar, arena y viento; pero con Calvino vino a completar todo cuanto necesitamos’. El viento movía los molinos y llevaba sus barcos hasta los confines de la tierra. De ese modo, un país de escaso territorio pasó a convertirse en una potencia mayor internacionalmente. Los suizos tienen un dicho equivalente. El suyo hace referencia a ‘sólo roca, nieve y hielo’, supliendo Calvino el resto necesario. El poder leer la Biblia, con sus enseñanzas acerca de la práctica de la verdad y la honestidad, inspiraba a esos mercaderes, y las gentes depositaban su confianza en ellos y en los banqueros que respaldaban el sistema con idéntica probidad bíblica.

 

En cierta ocasión, me solicitaron que introdujera a una nueva compañía en el mercado de la extracción de petróleo. Me dirigí en primer lugar a una empresa alemana que se perdía en complejas disquisiciones respecto a cuestiones técnicas. Acto seguido, entablé conversaciones con el jefe principal de la Royal Dutch Shell, y fue derecho al grano. ‘Si Vds. conocen un método más económico de hacer perforaciones, adelante. Si no es así, manténganse al margen.’ Como promotor de exportaciones del Reino Unido, me puse en contacto con el presidente de una de las más importantes compañías holandesas de comercio. En palabras suyas: ‘Vds. los británicos tienen una gran capacidad inventiva, pero no invierten en lo que inventan y, por ello, pierden los posibles beneficios, que van a parar a otros países que sí lo hacen’. Brusco, pero acertado. Y esa manera directa y franca de enfocar las cuestiones es parte consustancial del mundo del comercio.

 

Son muchos los países faltos de la necesaria confianza para el desarrollo de compañías de ámbito transnacional. ¿Podría convertirse en realidad una red comercial mundial liderada por creyentes que tuvieran mutua confianza en base a una ética solvente? Ese es mi sueño para el futuro de cara a los graduados cristianos.

3.2. El impacto de la ética protestante

El siglo XVII fue testigo de la emergencia de una ética protestante en Europa que fomentaba una confianza en las transacciones comerciales, que se tradujo en una explosión sin precedentes entre los distintos países de trasfondo reformado.

 

Al expulsar Luis XIV a los protestantes franceses, conocidos comúnmente como hugonotes, les precedía una sólida reputación de honestidad en su conducta que les permitió retomar casi de inmediato su actividad comercial con los países vecinos de trasfondo protestante. Honestidad que hizo posible que siguieran contando con la confianza de proveedores, clientes y banqueros de antes, y continuar así prosperando. La economía francesa, por el contrario, inició una época de marcado declive, abocando un siglo más tarde a la Revolución. Esto convierte a los hugonotes en un modelo muy válido para los creyentes en medio de una sociedad actual que no se caracteriza por una conducta honesta.

 

La ética protestante integra los valores de fondo propios de un comercio honesto, con una esforzada entrega al trabajo y un compromiso con la buena gestión de los recursos naturales. Su base descansa en la enseñanza de Jesús en los Evangelios respecto a la multiplicación de los talentos, la conducta honesta y el comedimiento en el propio gasto. Esta ética de vida permitió la acumulación del capital necesario para fomentar el desarrollo técnico, construir los barcos mercantes y sentar así las bases de un comercio de ámbito internacional que desembocaría en una indiscutible prosperidad económica.

 

La Reforma protestante operó un cambio en la vida de la Iglesia y en la manera de pensar. Las iglesias protestantes dejaron de interesarse en costosos edificios y cultos con derroche de riquezas. El énfasis pasó a estar en una relación personal con Dios, en la comunión de los creyentes y la preocupación por el bienestar del prójimo. En esa nueva espiritualidad, no había lugar para una separación entre lo secular y lo espiritual. La fe del creyente afectaba a todas las áreas de la existencia, lo cual incluía el buen uso de los dones y facultades provenientes de Dios para su aplicación en un trabajo productivo. Esa ética dio lugar a lo que el historiador Herbert Butterfield definió como ‘un intercambio de ideas entre ingleses, franceses y holandeses’. Y ahí es justamente donde tuvo su origen el ‘método científico’ de la ciencia moderna. (4)

 

Para cualquier estudiante universitario actual, inmerso en una cultura de ganancia a cualquier precio y de soborno y corrupción, la ética protestante puede parecerle una visión distante o historia del pasado. Uno de esos estudiantes me preguntaba con un claro tinte de desesperanza: ‘¿Por dónde empezar a cambiar las cosas?’ Confío en que la Sección 4 de este pequeño tratado sea de ayuda para él y otros muchos con idéntica necesidad.

3.3. La aparición de profesiones autorreguladas

Los estudiantes universitarios están, de hecho, formándose para ser auténticos profesionales. La principal meta de la vida profesional puede ser descrita de tres posibles maneras: (1) el desarrollo y aumento del corpus de conocimiento en base a la investigación; (2) el proveer servicios para beneficio de los sectores público y privado de la sociedad (3) para formar a las siguientes generaciones, transmitiendo el saber conocido hasta ese momento. Los profesionales mantienen al día su cualificación mediante exámenes periódicos, a la vez que actualizan su disciplina mediante la intervención directa en casos de violación de los necesarios códigos de conducta.

 

En el transcurso del tiempo, las profesiones han ido desglosándose por distintos campos de actividad e interés. Así, por ejemplo, los ingenieros ejercen su actividad en colaboración con los correspondientes campos de especialización: electricidad, obras públicas y aeronáutica. Con el continuo aumento de los riesgos inherentes a los valores sujetos a fluctuación de mercados, la contabilidad pasó a ser considerada una profesión por derecho propio; disciplina absolutamente necesaria para preservar el marco de referencia de la legalidad y para mantenimiento de la confianza pública.

 

La fuerza dinámica original que dio ímpetu a las profesiones científicas y a la ingeniería a finales del siglo XVI radicó en los nuevos saberes surgidos de la investigación en ‘el libro de las obras de Dios’. Con la Biblia al alcance de la mayoría, el orden instituido por Dios en la Creación pasó a ser de dominio público, y con ello igualmente la obligatoriedad de poner a prueba nuevas maneras de hacerlo operativo. En Inglaterra, el método científico más temprano fue instituido por Francis Bacon, y lo no demostrable mediante prueba fehaciente, como pudiera ser el caso con la teoría de los orígenes, no podía ser considerado ciencia, como tampoco lo eran las teorías de los filósofos griegos. Este novedoso método científico dio origen a una práctica nueva que pronto adquirió carta de naturaleza entre las profesiones que iban surgiendo.

 

En ese enfoque novel, dos parábolas de Jesús se convirtieron en fuerza motriz de las iglesias protestantes. En los Evangelios, Jesús nos habla de la parábola de los talentos en Mateo 25, donde un amo hace entrega de cinco talentos a uno de sus criados, dos a un segundo y uno sólo a un tercero. Ausente durante un tiempo, a su vuelta descubre que el primero de ellos ha ganado cinco más, el segundo otros dos, mientras que el tercero lo había enterrado por temor sin llegar a negociarlo. El amo alaba, en consecuencia, a los dos primeros, pero al tercero, que no lo había negociado, le increpa, ‘Siervo malo y perezoso’, ordenando acto seguido que le fuera quitado ese talento. En Lucas 19, encontramos una parábola muy similar, que incluso parece reforzar el mensaje de fondo. Y ese mensaje no es ni más ni menos que, sean cuáles sean tus dones y tus talentos, deberás hacer uso de ellos e invertirlos de forma productiva. Ambas parábolas ayudan al creyente a comprender mejor el mundo de la industria y el comercio.

3.4. Un graduado que se mantuvo firme

Tras graduarse, un joven ingeniero de Asia se incorporó a la fábrica de maquinaria electrónica de su padre. En su entorno, los pagos bajo cuerda a los oficiales eran la norma, y su padre así lo hacía. Al joven, se le planteaba ahí el dilema de tener que escoger entre sus convicciones cristianas y la lealtad debida a su padre. La decisión no era fácil. La conclusión a la que por fin llegó fue que debería tratar de convencer a su padre de que dividiera la empresa en dos partes. Él se encargaría de las exportaciones, eligiendo mercados donde no se practicara el soborno. No mucho después, sus ventas superaron a las de su padre en un 50%.

 

En países donde la autocracia y la oligarquía es lo habitual, el soborno y la corrupción están al orden del día y los jóvenes recién graduados no pueden esperar ayuda del gobierno. Ante semejante situación, ¿cómo romper ese círculo vicioso?, ¿qué hacer para comerciar de forma justa y ética? La mayoría no va a disponer de la alternativa del joven asiático. Son necesarios, entonces, otros posibles cauces de intervención.

 

La industria tecnológica ha pasado a ser campo abierto para la inversión y el crecimiento en el área de los negocios. Ahora, es posible crear una compañía en Internet partiendo de cero, con poco capital de salida y sin sede física ni dotación de personal; un gran número de nuevos emprendedores se ha sumado ya a esa opción. Los graduados cristianos en entornos con mayores privilegios económicos tienen más razones que otros para explorar esas vías. El apóstol Pablo instaba a las iglesias más ricas a ayudar a las más pobres, y ese es un principio aplicable igualmente al mundo de los negocios. Si los creyentes se aprovisionaran en exclusiva mediante comerciantes comprometidos con una ética honesta, esos nuevos mercados prosperarían sin duda alguna.

 

¿Por qué las personas se hacen seguidoras de Cristo? No es, desde luego, por reaccionar positivamente ante una predicación sobre el pecado y la salvación, y la solicitud de perdón. Darse cuenta de la necesidad de un Salvador es parte consustancial de esa búsqueda y su punto final. Ahora bien, ¿cómo se llega a ese punto? Existe la posibilidad de alcanzar un convencimiento a través de razonamientos relativos a la existencia de un Dios benevolente o por la evidencia de un universo reflejo de un diseño inteligente. Pero, en cambio, suele ocurrir con frecuencia que la persona se siente atraída por el comportamiento ético de los propios creyentes. El testimonio claro de un cristiano que se esfuerza por vivir de acuerdo con la ética del Reino es elocuente en sí mismo, y de forma muy particular en el ámbito de los negocios.

3.5. El potencial para el cambio

Son numerosos los países en los que los graduados cristianos se encuentran en puestos clave, tanto en el sector privado como en el público. Trabajan con denuedo por mantener bien alto el listón de la ética laboral y tienen un conocimiento más directo y profundo de la realidad laboral, con sus presiones y sus exigencias, que muchos pastores y líderes de la iglesia. El crecimiento constante de las organizaciones de estudiantes cristianos a escala mundial se ha traducido en un aumento importante de la proporción de graduados cristianos. Más numerosos que en anteriores generaciones, sus oportunidades también son mayores a la hora de figurar en el panorama internacional y de intercambiar experiencias y opiniones con creyentes de otras partes del mundo. Siempre habrá un número de líderes de iglesia preparados para tomarle el pulso a la situación con autoridad y conocimientos bien fundamentados. Pero, aun así, serán los profesionales cristianos – médicos, ingenieros, científicos, abogados y empresarios – los que se vean más directamente afectados por el abismo existente entre el código ético cristiano y la actitud pragmática del entorno. Y será precisamente por ello por lo que estén en mejor situación para acometer el cambio.

 

La lucha contra la corrupción tiene que ser a fondo y con pleno compromiso por parte de la Iglesia en su totalidad, y no puede en modo alguno ser llevada a cabo tan sólo por los que se encuentren inmersos en situaciones o países donde las corruptelas sean la norma y lo habitual. Una declaración conjunta a tal efecto obtendría el reconocimiento y el favor de las gentes bienpensantes que desaprueban de todo corazón tales prácticas deshonestas y que saben perfectamente el modo en que acaban afectando a la integridad de toda sociedad.

 

Los creyentes estamos llamados a ser la ‘sal de la tierra’, y el principal propósito de la sal es evitar que las cosas se corrompan.

 

Al creyente en solitario le va a ser muy duro impactar en el medio, cual grano de sal aislado. De ahí que los cristianos tengamos un compromiso adquirido con Dios, y con nuestro país, para marcar la diferencia como colectivo profesional y con un mutuo apoyo, que se traduzca en estímulo y apoyo. El autor de la carta a los Hebreos instó a los creyentes a fortalecer sus ‘¡débiles rodillas!’.

 

En cierta ocasión, conocí a un joven y brillante médico del Asia central que se había negado en rotundo a trabajar en los hospitales de su país de origen. Su dilema era el siguiente: se suponía que la atención hospitalaria era gratuita para todos los ciudadanos, pero las enfermeras, los médicos y el personal auxiliar tenían que ser sobornados por los pacientes para ser atendidos debidamente. Y él no veía la manera de variar la situación. La incipiente iglesia cristiana nacional, en rápido crecimiento en esos momentos, no estaba dispuesta a poner en peligro su libertad de culto oponiéndose al régimen gubernamental. La situación estaba enquistada y este joven médico creyente, frustrado como estaba, consideraba emigrar a otro lugar como la única salida. Su caso era típico de todos aquellos que se ven. por razón de su profesión, en el núcleo central de la política y la economía de su país. Se encuentran así confrontados con su deber hacia Cristo y por la situación prevalente en sus respectivas comunidades. Al igual que Isaías, puede que tengan que decir: ‘Vivo entre gentes de labios inmundos… pero…’

 

En una visita a Kenia, mi esposa fundó un grupo de tecnología de gama baja para beneficio de mujeres campesinas. El proyecto parecía difícil de llevar a la práctica, pero esas mujeres no estaban dispuestas a desalentarse por las muchas excusas y desaprovechar cualquier posible oportunidad para salir de su pobreza. Creían firmemente que el trabajo esforzado y honesto les sacaría de su presente miseria.

 

En el transcurso de los años, conocer a estudiantes de distintas partes del mundo ha dejado su impronta. Recuerdo un encuentro con estudiantes de distintos países del Este de Europa con ocasión de un seminario sobre la práctica continuada del soborno y la corrupción. La sala estaba completamente abarrotada. El tema parecía, de hecho, un problema que les tenía destrozados. Una chica en particular lloraba con un desconsuelo absoluto. Había conseguido aprobar los exámenes finales, pero el catedrático correspondiente no estaba dispuesto a recomendarla para ningún puesto a no ser que se le ‘garantizara un favor’. ¿Qué podría hacer ante eso? La única alternativa posible era repetir de nuevo el mismo curso con un profesor distinto. Pero suponía un gasto adicional para su familia, que ya había hecho bastantes sacrificios para que ella pudiera estudiar. Y lo indignante del caso es que, según sus propias palabras, ‘no suelen atreverse a suspenderte en una segunda ocasión’. (5)

 

Un año más tarde, recuerdo un encuentro de incluso mayores proporciones sobre la misma cuestión. Los estudiantes seguían manifestándose deprimidos. ‘¿Por dónde vamos a empezar?’ La respuesta más fácil (y muy particularmente atrayente para los que dispusieran de los medios necesarios) era emigrar a Occidente. Pero eso en nada ayudaría a su país a prosperar, y más aún teniendo en cuenta su lealtad y su adhesión a la familia que quedaba atrás. Serían como sal que no actúa en el lugar para el que había sido destinada.

 

Los creyentes que estén en puestos estratégicos de posible ayuda han de esforzarse por encontrar formas alternativas para que los jóvenes puedan dar salida a su potencial en su propio país y estar al servicio de la sociedad a la que pertenecen.

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Notas:

3. Véase Mateo 25:14-30 y p.26.

4. El método científico hace referencia a un enfoque acordado para (1) la investigación, (2) la adquisición de nuevos conocimientos y para (3) corregir e integrar conocimientos previos. Se basa en evidencia empírica observable, que es mensurable y que está sujeta a principios reconocidos de adquisición de conocimiento. .

5. En varios países de África y de Latinoamérica, es una práctica común respecto a los estudiantes del sexo masculino exigirles una cantidad de dinero, solicitando favores sexuales de las estudiantes a cambio de aprobados en los exámenes. La corrupción en esas universidades ha alcanzado un nuevo aumento y de hecho está minando el tejido social de los respectivos países. Donde el índice de Sida es elevado, el abuso sexual que sufren las mujeres podría acabar suponiendo una tragedia de magnitud insospechada para muchísimas familias por espacio de varios años. Es, pues, un gran gozo constatar el coraje mostrado por los estudiantes cristianos que se niegan a someterse a esas exigencias.

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