
Una audiencia diferente
Timothy Keller
En Efesios 6 Pablo expone un principio simple pero profundo que ennoblece el trabajo (para los que tienen el peligro de verlo como una pesadez) y a la vez desmitifica el trabajo (para los que tienen el peligro de convertirlo en su identidad). Dice que todo el trabajo debería hacerse “como si sirvieras al Señor”:
“Esclavos, obedeced a vuestros amos terrenales con respeto y temor, y con integridad de corazón, como a Cristo. No lo hagáis solo cuando os estén mirando, como los que quieren ganarse el favor humano, sino como esclavos de Cristo, haciendo de todo corazón la voluntad de Dios. Servid de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres, sabiendo que el Señor recompensará a cada uno por el bien que haya hecho, sea siervo o sea libre. Y vosotros, amos, corresponded a esta actitud de vuestros esclavos, dejando de amenazarlos. Recordad que, tanto ellos como vosotros, tenéis un mismo Amo en el cielo, y que él no tienen favoritismos” (Efesios 6:5-9).
Pablo está hablando a los siervos y a los amos, y esto levanta muchas preguntas en la mente de los lectores modernos acerca de la descripción de la Biblia del mal de la esclavitud. Aunque se puede decir mucho de esta materia, es importante recordar que la esclavitud en el mundo grecorromano no era lo mismo que la institución del Nuevo Mundo que se desarrolló en la estela del comercio de esclavos africanos. La esclavitud en los tiempos de Pablo no estaba basada en la raza y rara vez era de por vida. Se parecía más a lo que podríamos llamar una servidumbre, en algunos casos de forma voluntaria, sin remuneración. Pero, para nuestros propósitos, piensa en este pasaje como en un amplificador retórico y considera esto: si se le dice a los propietarios de esclavos que no deben tratar a los trabajadores con orgullo y a través del miedo, ¿cuánto más debería ser esto cierto en los empleadores de hoy? Y si se dice a los esclavos que es posible encontrar satisfacción y significado en su trabajo, ¿cuánto más debería ser verdad esto para los trabajadores de hoy?
La clave de la enseñanza de Pablo aquí es tanto psicológica como espiritual. Le dice tanto a empleados como a empleadores que cambien su audiencia. ¿Quién está observando tu trabajo? ¿Para quién estás trabajando? ¿Qué opinión importa más al final?
Para empleados
Primero, se dice que los trabajadores sean diligentes en su trabajo (“con integridad de corazón”, v. 5). No deben hacer solo el trabajo mínimo necesario para evitar el castigo; no solo deben trabajar duro cuando sus supervisores los observan; no deben trabajar mecánicamente ni distraídos. Más bien, los cristianos deben comprometerse totalmente con el trabajo como personas completas, dando sus mentes, corazones y cuerpos para hacer el mejor trabajo posible con la tarea que tienen entre manos. ¿Por qué?
Los trabajadores cristianos pueden pensar y trabajar de este modo porque tienen una nueva motivación para el trabajo. Trabajan “como quien sirve al Señor” (v. 5). Así que debido a que tienen una recompensa inimaginable en Cristo (v. 8), su trabajo no tiene que estar demasiado condicionado por la cantidad de recompensa que obtienen de sus amos. Un pasaje paralelo dice: “Hagáis lo que hagáis, trabajad de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor os recompensará con la herencia” (Colosenses 3:23-24). Pablo está hablando de la bendición del mundo venidero.
Los cristianos, como ves, han sido liberados para disfrutar del trabajo. Si comenzamos a trabajar como si sirviéramos al Señor, seremos libres tanto del exceso como de la escasez de trabajo. Ni la perspectiva del dinero ni de la alabanza, ni de la falta de ella, será lo que nos controle. El trabajo será en primer lugar un modo de complacer a Dios haciendo su obra en el mundo, en honor a su nombre.
Una vez que los trabajadores cristianos comprendan este principio, hay varias implicaciones prácticas. Primero, han de servir con “respeto y temor”, una frase que significa que por un lado deben ser corteses y respetuosos (en vez de desdeñosos) y por el otro lado humildemente confiados (en vez de rastreros o serviles). El término “temor” probablemente se refiera al “temor del Señor”. En la Biblia esto no significa encogerse de terror frente a Dios. Pasajes como Salmos 130, versículo 4, enseñan que cuanto más experimentas la misericordia y el perdón de Dios, más crecerá en ti el verdadero temor del Señor. Este auténtico temor de Dios significa vivir con tal admiración y asombro, con tal intenso amor y respeto, que temes deshonrarle o agraviarle. Imagina tener en tu casa a alguien a quien hayas admirado toda tu vida y que nunca pensaste conocer. Veneras a la persona por su reputación, así que no actuarás de manera informal; te esforzarás mucho por satisfacer cada una de sus peticiones y deseos. Así es como hemos de estimar el interés de Dios en nuestro trabajo. El trabajo se debe hacer con todo tu corazón y capacidad, con toda la habilidad que poseas y no deberías sentirlo como una carga, sino como un privilegio.
Segundo, los cristianos deben trabajar con “integridad de corazón”, que literalmente significa sinceridad de corazón, un término que connota tanto resolución como honradez. Significa que nuestro trabajo debe ser ético, no deshonesto ni engañoso en ningún aspecto. Tercero, debemos trabajar no “sólo cuando os estén mirando, como los que quieren ganarse el favor humano”. Esto significa que no debemos trabajar duro solo cuando se nos observa; ni que hagamos solo lo necesario para salir del paso. Finalmente, el término “de buena gana” en el versículo 7 significa que los cristianos deben trabajar con alegría y energía.
Para empleadores
Aquí Pablo dice a los amos que ellos también son esclavos… esclavos de Cristo (v. 9). Esto es algo muy extraordinario y radical en una cultural rígidamente jerárquica. Está diciendo: “¡Comportaos con vuestros sirvientes como si vosotros también fueseis esclavos!”. Es fácil pasar por alto esta pequeña frase, “haced con ellos lo mismo”. ¿En qué sentido? En el que los esclavos debían tratar a sus amos: ¡con el mayor respeto por sus necesidades! El experto en Nuevo Testamento Peter O’Brien escribe:
“En lo que resulta ser una chocante exhortación para un propietario de esclavos en el siglo primero del mundo grecorromano, el apóstol advierte a los amos: tratad a vuestros esclavos de la misma manera. Según una afirmación proverbial atribuida a Séneca, “todos los esclavos son [nuestros] enemigos”, mientras que muchos amos eran tiranos o abusivos. Para lidiar con sus esclavos, era conocido que los propietarios amenazaban con palizas, acoso sexual o con vender a los esclavos masculinos y apartarlos de la casa con el resultado de que quedarían separados para siempre de sus seres queridos. La críptica exhortación de Pablo es escandalosa. No quiere decir, sin embargo, que los amos sirvieran a sus esclavos; (…) probablemente señala a sus actitudes y acciones que, al igual que la de los esclavos, debían ser gobernadas por su relación con su Señor celestial. Un resultado de esto sería que los amos abandonarían el uso de amenazas contra sus esclavos. Esto no sugiere que a los esclavos no se les advirtiera del castigo si actuaban mal. Más bien, la cláusula rechaza cualquier forma de manipulación, desprecio o de aterrorizar a los esclavos mediante amenazas. En el contexto inmediato, a los esclavos ya se les había indicado que mostrasen respeto, sinceridad de corazón y buena voluntad; ahora se urgía a los amos a tratarlos de manera similar.
La razón de Pablo para esta actitud radical no solo es que sean iguales que los esclavos ante el Señor, sino también que el Señor (para quien todos son igualmente responsables) es imparcial. No hay favoritismos con él. Dios no trata a nadie de manera diferente con base en la raza, la clase o la educación. Como nos muestra Romanos 3, a todos se nos juzga igual de culpables y todos podemos recibir en la misma medida la gracia a través de la fe. Pablo está diciendo a los amos de un modo rotundo: “No creáis que sois mejores personas, ni que estáis en una condición espiritual mejor, que vuestros trabajadores y esclavos”.
Una vez empleados y líderes hayan adoptado estos principios, siguen varias implicaciones prácticas. Primero, dejar de amenazarlos significa que los empleadores no deben usar la culpa o la coacción para motivar a la gente. No podemos dar por hecho que todos los sirvientes a los que se dirigía esta carta tuvieran amos cristianos o que los amos tuvieran esclavos cristianos. Así que estos amos no podían dar por hecho que sus sirvientes trabajaban “como quien sirve al Señor”. Sin embargo, ya fueran cristianos o no los sirvientes, a los empleadores se les dice aquí que no confíen principalmente en el miedo como motivación para trabajar. Segundo, “Y vosotros, amos, haced lo mismo con ellos” significa: “Buscad maneras de promover los intereses de la gente que está bajo vuestro liderazgo igual que yo les acabo de ordenar que busquen serviros a vosotros”. Esto significa que te tomas interés en ellos como personas e inviertes en la totalidad de sus vidas, no solo en su capacidad de hacer trabajo productivo. Tercero, Pablo les recuerda que esas distinciones de clase no tienen importancia frente a Dios y que, por lo tanto, tampoco deben tenerla para nosotros. Los amos no deben ser condescendientes, despreciativos o altaneros.
Aodos trabajamos para una audiencia, seamos conscientes de ello o no. Algunos se esfuerzan por complacer a los padres, otros para impresionar a los compañeros, otros para convencer a los superiores, mientras que muchos hacen lo que hacen estrictamente para vivir según sus propios estándares. Todas estas audiencias son inadecuadas. Trabajar solo para ellas conducirá a un exceso o a una carencia de trabajo: a veces una mezcla de ambas, basándonos en quién mira. Pero los cristianos miramos a una Audiencia de Uno, nuestro amoroso Padre celestial y eso nos da responsabilidad como alegría en el trabajo.
La orientación de una nueva brújula
Si los cristianos están animados con diferentes virtudes, elevados con una visión de la humanidad diferente, guiados por una fuente de sabiduría diferente, y hacen su trabajo para una audiencia diferente, ¿qué sería diferente en su modo de actuar en el trabajo? Voy a proponer un puñado de ejemplos.
Alos cristianos se los debería conocer por no ser crueles. Deberían tener la reputación de justos, cuidadosos y comprometidos con los demás. Deberían estar señalados por la simpatía y por una voluntad inusual para perdonar y reconciliar. Debería haber una carencia de revanchismo, mojigatería y rencor.
Hace años escuché hablar del inolvidable ejemplo de un cristiano que mostraba esta clase de integridad y compasión. No mucho después de comenzar nuestra nueva iglesia en Nueva York vi a una joven que era evidente que nos visitaba y después del servicio salía volando. Una semana la intercepté. Me dijo que estaba explorando el cristianismo. No creía en aquel momento, pero lo había encontrado muy interesante. Le pregunté cómo había encontrado Redeemer y me contó esta historia.
Trabajaba para una compañía de Manhattan y poco después de empezar cometió un gran error que pensaba que le costaría el empleo, pero su jefe fue a su superior y asumió toda la responsabilidad por lo que ella había hecho. Como resultado, él perdió parte de su reputación y su capacidad para maniobrar dentro de la organización. Ella estaba sorprendida de lo que él había hecho y fue a agradecérselo. Le dijo que había visto a supervisores llevarse el mérito de lo que ella había conseguido, pero nunca había visto un supervisor asumir la culpa por algo que ella había hecho mal. Quería saber qué le hacía a él diferente. Él era muy modesto y desvió las preguntas, pero ella insistió. Finalmente le dijo: “Soy cristiano. Eso significa entre otras cosas que Dios me acepta porque Jesucristo asumió la culpa por cosas que yo había hecho mal. Lo hizo en la cruz. Por eso tengo el deseo y a veces la capacidad de asumir la culpa por otros”. Ella se lo quedó mirando un buen rato y preguntó: “¿A qué iglesia vas?”. Él le sugirió que fuera a Redeemer y así hizo ella. Su personalidad se había modificado por la experiencia de la gracia en el evangelio e hizo de su conducta como gerente atractiva y extraordinariamente diferente a la de los demás. Esta falta de egoísmo y de crueldad de parte de su supervisor al final transformó la vida de ella.
Además, a los cristianos se los debería conocer por ser generosos, y en el lugar de trabajo esto se expresa de muchas maneras. Como gerentes empresariales, pueden ser generosos con su tiempo e inversión en sus empleados y clientes. Como propietarios de pequeños negocios, pueden aceptar menor beneficio personal para darles a los clientes mayor valor y a los empleados un sueldo mejor. Como ciudadanos pueden ser visiblemente generosos con su tiempo y su dinero, dando más de sus ingresos que otros que estén en su posición económica. Pueden considerar vivir modestamente, por debajo de su posible nivel de vida, para ser económicamente generosos con los demás.
Alos cristianos también se les debería conocer por estar calmados y serenos frente a la dificultad o el fracaso. Quizá este sea el modo más revelador de juzgar si una persona está utilizando los recursos del evangelio en el desarrollo del carácter personal. En Mateo 6, versículos 19 y 21, Jesús dice: “No acumuléis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. (…) Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”. ¿Qué quería decir? Todo el mundo tiene tesoros: aquello que apreciamos, en lo que nos deleitamos y que adoramos sobre todas las cosas. También los hemos llamado ídolos, y comprenderlos es comprender mucho de la jerarquía de nuestra alma y los fundamentos de nuestra personalidad. Si obtenemos nuestro significado primordial de la aprobación de los compañeros, o del dinero en el banco, o de nuestra reputación por el éxito… entonces estas cosas son nuestros tesoros. Pero Jesús apunta correctamente a lo radicalmente inseguros que somos si atesoramos tales cosas. Se pueden escapar o nos las pueden robar. Y entonces nuestra vida misma se pueden derrumbar.
Por eso para tanta gente la posibilidad de un revés en la carrera o un fracaso en los negocios es una lucha tan grande. Cuando nuestro significado y nuestra identidad en la vida está en entredicho, entramos en pánico, solemos actuar impulsivamente y a veces nos vemos capaces de mentir o de traicionar a los demás para salvarnos, o simplemente de sucumbir a la desesperación. Pero Jesús dice, en cambio: “acumulad tesoros en el cielo” (v. 20). ¿Qué significa? Pablo nos dice que todos los tesoros están escondidos en Cristo (Colosenses 2:3), y Pedro dice que Jesús fue rechazado por nosotros, muriendo para tomar lo que nosotros nos merecían, y que por tanto, “Para vosotros, los creyentes, esta piedra [él] es preciosa” (1 Pedro 2:7). (De hecho, Pedro utiliza una forma sustantiva, y dice literalmente que “él es precioso”. Jesús es el estándar por el que se pueden llamar las cosas valiosas). Esto no es simple retórica, ni siquiera teología abstracta. La Biblia está diciendo: solo si Jesús es nuestro tesoro seremos verdaderamente ricos, porque él es la única divisa que no se puede devaluar. Y solo si él es nuestro Salvador seremos realmente exitosos, porque el estatus con él es el único que no se puede perder.
Finalmente, los cristianos no deberían ser vistos como sectarios. Muchos cristianos no aciertan a identificarse a sí mismos como cristianos frente a sus compañeros. Simplemente, adoptan la misma forma. Otros hacen saber de su fe, pero hablan y actúan de una manera que hace que los no creyentes se sientan sutilmente (o abiertamente) marginados o despreciados. Pero si tenemos un concepto del trabajo integrado y no dualista, sabremos que a muchas personas que no son creyentes, por medio de la providencia y la gracia común de Dios, se les han dado dones para hacer un trabajo excelente. Así que respetaremos y trataremos a los que creen de manera diferente como valiosos iguales en el lugar de trabajo y al mismo tiempo no nos dará vergüenza que nos identifiquen con Jesús. Si un cristiano evita estos dos errores se estará manteniendo en un equilibrio inusual y saludable.
Conozco a un hombre que comenzó un negocio hace algunos años basándose en la idea de que en un sector particular de los servicios financieros los proveedores existentes de un producto concreto usaban la complejidad de los instrumentos y la ignorancia de los clientes para mantener altos los precios. Creía que una nueva compañía que fuera más transparente con los clientes podría ofrecer precios más bajos y mejor servicio, algo que no resultase solo en buenos beneficios, sino que también ayudase a reformar y a traer integridad a un campo que tanto lo necesitaba. Cuando presentó su idea a los posibles socios y empleados, alcanzó un notable equilibrio. Dijo que la nueva compañía estaba impulsada por valores y los expuso. Destacó que estaba comprometido con esos valores no solo porque atraería clientes e impulsaría los ingresos, sino también porque era lo correcto. Dijo que esos valores surgían de su fe cristiana pero, añadió rápidamente, fueran cuales fuesen las creencias de los demás, si se comprometían con los mismos valores serían socios igualitarios. Este es un ejemplo excelente de ser abierto con la fe de uno y al mismo tiempo no ser exclusivo o sectario con ello. Es difícil de hacer, y es raro, pero puede ser una fuerza poderosa para el bien en el lugar de trabajo.
© Timothy Keller © 2017 porfineslunes.org. Usado con permiso
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