
Venid a mí y descansad (I)
Francisco Mira
E
n aquel tiempo, respondiendo Jesús dijo: “Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos y las revelaste a los niños. Sí Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre y nadie conoce al hijo, sino el Padre, ni el Padre conoce alguno sino el hijo y aquel a quien el hijo lo quiera revelar. Venid a mi, todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”. Mateo 11:25-30
“Venid a mi… y descansad”. Son palabras que despiertan nuestra atención y más que nuestra atención nos llegan a lo más profundo de nuestro ser, ¡quién de nosotros no tiene cargas, preocupaciones y temores!
Al leer y releer este texto de la palabra de Dios, es fácil tomar cada vez más conciencia de su actualidad, de su relevancia, en definitiva, de lo significativo que es este llamamiento de Cristo para todos nosotros hoy, tanto para cristianos como para no-cristianos.
Todos tenemos cerca de nosotros personas (amigos, familiares, compañeros de trabajo, de estudio, etc.) para quienes con toda seguridad, estas palabras adquieren un significado especial. Sí, la vida comporta trabajos, cansancio, carga, adversidades, y los cristianos no estamos exentos de esas dificultades. Pero, a la vez, es igualmente cierto que estas mismas situaciones de carga son especialmente complejas y desgastantes para aquellos que no las pueden compartir con alguien único como es el Señor Jesucristo. Sólo Él puede marcar la diferencia en nuestra vida.
Cristo se acerca a nosotros a través de su Palabra y nos dice: “Venid a mí… y descansad”.
Este llamamiento que nos hace a todos, para algunos puede suponer el inicio de una nueva etapa en su existencia, un cambio radical que traiga a su vida verdadero descanso.
Para otros, la oportunidad de renovar nuestra relación con Aquel que es la fuente de todo descanso, con Aquel que nos puede dar auténtica paz interior y de quién quizás nos vamos alejando por las dificultades y distracciones de la vida. Vamos a analizar sobre qué bases descansa este llamamiento lleno de esperanza.
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EL AUTÉNTICO DESCANSO Y NUESTRA PERSPECTIVA DE DIOS
En aquel tiempo, respondiendo Jesús dijo: Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos y las revelaste a los niños. Sí Padre, porque así te agradó.
¿Queremos hallar auténtico descanso? Eso es lo que Cristo nos ofrece. En este texto que tenemos delante se nos explica en qué consiste y cómo acceder a él.
La Palabra de Dios nos dice que ese descanso que Cristo nos ofrece está relacionado, en primer lugar, con nuestra perspectiva de Dios, con la visión que cada uno de nosotros tiene de Dios. Por eso es importante considerar en primer lugar lo que Jesucristo dice en este texto acerca de Dios. Realmente él estaba en una posición única y privilegiada en cuanto al conocimiento de Dios.
Fue Cristo mismo quien dijo en otro de los evangelios algo sorprendente: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” Juan 1:18.
¿Qué piensas acerca de Dios? ¿Cuál es nuestra perspectiva de Él?
Tener la perspectiva correcta de Dios es clave para llegar a alcanzar ese descanso que Cristo nos ofrece. Para llegar a dicha perspectiva, nadie mejor que Jesucristo, por su visión única de Dios.
Aún los cristianos debemos reconsiderar constantemente cuál es nuestra perspectiva de Dios, eso es parte del proceso de constante desarrollo en el que estamos inmersos.
1.1. ¿A QUIÉN ADORAS?
Lo primero que Jesús dice es “… te alabo Padre”, es una expresión breve, pero llena de significado. Jesús adora a Dios el Padre y al hacer esa afirmación lo que nos quiere comunicar es que Dios ocupa un lugar único en su vida y relaciones.
Dios el Padre es digno de ser alabado por Jesucristo. ¿Es esa nuestra perspectiva de Dios? Según el Hijo, el Padre debería ser el único que merece ser alabado, ser el primero en nuestras vidas. ¿A quién adoramos en nuestra vida en el día a día?
Lo directo de esta pregunta nos puede conducir a una respuesta automática. Podemos pensar “yo no adoro a nadie”, pero la realidad es que todos nosotros adoramos a algo o a alguien, y aunque no lo expresemos de esa manera siempre hay algo o alguien al que concedemos un lugar o valor especial en nuestra vida. Cristo alababa al Padre porque para él Dios, el Padre, era lo más importante de su vida y de su existencia. Hoy día se adoran literalmente a personalidades de diferentes ámbitos: del mundo del deporte, de la música; También a todo tipo de famosos. Otros alaban a su familia, el trabajo o alguna otra ocupación y le conceden el lugar primordial en el cual Dios no tiene espacio o cabida. Cristo nos invita a reconsiderar a quién adoramos en nuestra vida. Si ese alguien no es Dios el Padre no será posible experimentar el descanso que nos está ofreciendo.
Los seres humanos hemos sido creados para adorar a Dios, para vivir para Él. Mientras más independientes o alejados estemos de Él en nuestra experiencia, más cansados y desorientados viviremos.
La primera premisa para hallar verdadero descanso es: una visión correcta de Dios.
1.2. ¿QUIÉN ES EL SEÑOR DE TU VIDA?
La segunda premisa está muy relacionada con la primera: “Señor del cielo y de la tierra”. Dios merece ser alabado o adorado porque es el Señor de todo: de cielo y tierra.
Eso nos conduce a una visión muy grande de Dios. Todo lo visible y lo invisible está bajo su poder y autoridad. Abarca todo lo que se puede adorar o alabar porque no hay nada ni nadie que quede excluido de su señorío, ya sea un ídolo humano, ya sea una actividad, nada hay que pueda superar la grandeza de Dios. Él es Señor de cielo y tierra.
Según el apóstol Pablo en la carta a los Romanos, se nos explica que el problema en el que se encuentra la humanidad desde el punto de vista de Dios es que los seres humanos cambiamos la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al creador, y ahí es donde radica el error humano. Damos culto, adoramos a personas o a actividades visibles o invisibles, y no adoramos a quien realmente lo merece: el Señor, el Creador de todo.
Al desplazar a Dios como Señor de nuestra vida estamos alejándonos del profundo descanso que Él quiere darnos, un descanso tan profundo y real que se puede manifestar aún en medio de las dificultades de la vida, porque Dios supera cualquier adversidad. Los seres humanos hemos sido hechos para servir a Dios, para vivir en perfecta dependencia de Él. Cuando vivimos al margen de Dios nos convertimos en señores de nuestra vida y, paradójicamente, es entonces cuando perdemos el rumbo de nuestra existencia y acabamos viviendo trabajados y cargados. El auténtico descanso pasa por vivir dependientes de Él, en perfecta armonía con nuestro Creador y Señor.
La segunda premisa para hallar verdadero descanso es: una relación correcta de Dios.
1.3. ¿CUÁL ES EL SENTIDO DE LA VIDA?
La tercera premisa está relacionada con la siguiente afirmación:
“… porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos”
¿Qué quiere decir?, ¿A qué cosas se refiere? Sin realizar una investigación a fondo de este texto, es evidente que “estas cosas” se refieren a todo lo relativo al sentido de la vida. Cristo alaba a Dios, porque es Señor de todo y afirma haber escondido todo lo relativo al significado de la existencia de la sabiduría humana.
Él quería y quiere que nuestra vida tenga significado, es decir, que podamos experimentar paz, gozo…, en otras palabras, un descanso profundo. Pero en el principio hubo un conflicto de tal magnitud entre el Dios creador y los seres humanos y que produjo una separación tan grande entre Dios y su creación, que es imposible conocer las claves para vivir una existencia significativa por medio de nuestras capacidades, “de los sabios y entendidos”. Con ello, lo que nos está queriendo comunicar, es que debido a ese conflicto, al ser humano le es imposible conocer a Dios y las claves de la existencia únicamente a través de la razón.
Dios ha tomado medidas para que estas claves que nos ayudan a comprender el sentido de la vida sean accesibles a todo ser humano. Lo cual se convierte en una excelente noticia, pues es lo contrario de lo que sucede con la mayoría de las religiones en nuestro mundo donde el “conocimiento” no está al alcance de todos, y hay un control de éste por parte de los líderes espirituales. El conocimiento es fundamental para encontrar el verdadero sentido de la existencia.
La tercera premisa para hallar verdadero descanso es: un conocimiento correcto de Dios.
1.4. ¿CÓMO CONOCER A DIOS Y EL SIGNIFICADO DE LA VIDA?
Esta cuarta premisa es fundamental:”escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos y las revelaste a los niños”, la paradoja es curiosa. Dios esconde estas cosas pero al mismo tiempo Dios las revela. La clave está en a quién las esconde y a quién las revela. Si pensamos que podemos llegar al conocimiento de Dios por nosotros mismos, la palabra de Dios nos muestra que nadie puede llegar por sí mismo al conocimiento de Dios, a menos que nos volvamos “como niños”.
“Escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos”. Significa que llegar al conocimiento de Dios no es cuestión de coeficiente intelectual, ni de nivel formativo, ni de conocimiento en términos religiosos. La Biblia dice: “y lo revelaste, lo diste a conocer a los niños”, es decir, Dios lo ha dado a conocer a todo aquel que se hace como un niño, a todo aquel que tiene inquietudes sin prejuicios, a aquel que reconoce que hay cosas que no sabe y que le sobrepasan. No es credulidad, sino disposición a recibir y confiar en esa revelación.
Dios ha revelado todas estas cosas, porque sólo el Señor del universo puede hacerse comprensible a aquellos a quienes ha creado y tienen un conocimiento limitado por naturaleza. Él ha querido que tengamos conocimiento directo de Él, que en definitiva es la clave para comprender el sentido de la vida. La voluntad de Dios es que le conozcamos, de ahí, que nos facilita las cosas. ¿Cómo? Revelándose de una forma tan comprensible que hasta los niños pueden entender.
El texto nos dice: “Sí Padre, porque así te agradó”. Dios ha dispuesto que los seres humanos lleguemos al conocimiento del significado de la vida a través de la revelación de Dios y no a través de nuestra capacidad de conocimiento afectada por el conflicto original con Dios mismo. Y todo ello sin hacer diferencias. Su mensaje es para todas las personas, para aquel que tiene más capacidad, más conocimientos, y para el que ha tenido menos oportunidad o capacidad de formarse. Por eso podemos afirmar con claridad que se puede conocer a Dios y, como consecuencia, podemos saber cuál es el sentido de la existencia.
La cuarta premisa para hallar verdadero descanso es: cultivar una disposición adecuada ante la Revelación de Dios, ser como niños.
© 2009 «Francisco Mira», Básicos Andamio
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