Cambio climático

Josep Prats

30 de noviembre de 2015

Los líderes políticos mundiales están reunidos en París para debatir sobre el cambio climático y adoptar medidas dirigidas a reducir las emisiones contaminantes que lo provocan. Parece que, poco a poco, y tras años de cierta polémica, se va asentando el convencimiento de que contaminar no es gratis en términos ecológicos, y que una política energética que se dirija a limitar la emisión de gases con efecto invernadero, aquellos que provocan el calentamiento del planeta, es el camino a seguir.

 

Podrá ser objeto de controversia el cuánto y el cuándo, pero no el qué. Quemar combustibles fósiles tiene efectos perjudiciales sobre la salud de la Tierra; eleva la temperatura global, provoca desertificación, deshielo y aumento del nivel del mar. No sabemos a qué ritmo se producirá, no sabemos con precisión si la temperatura subirá uno, dos o tres grados, si lo hará en una, dos o tres generaciones, o en uno, dos o tres siglos. Pero aunque tardara tres siglos en elevarse un grado la temperatura, sería una grave irresponsabilidad no tomar ya medidas. Y parece más probable que vayamos camino de elevarla dos grados en apenas tres generaciones, si no se hace nada.

 

Algunos pensarán que no merece la pena cambiar de modo de vida por lo que pueda suceder dentro de tres generaciones. Es una visión mezquina y egoísta, que probablemente vaya convirtiéndose cada día en más minoritaria. Aunque solo sea porque el aumento de esperanza de vida está haciendo posible que no sean ya pocos los que están conociendo a sus bisnietos, y hará probable que no sea completamente excepcional en el futuro llegar a tratar a tataranietos.

 

El desarrollo económico, en sus primeras fases, exige un alto consumo de energía. Las mejores estadísticas, las más completas e inteligibles sobre energía, son a mi juicio las que proporciona el World Energy Report de la petrolera BP. Se las resumiré brevemente. En los últimos quince años el consumo de energía en el mundo ha aumentado un 38%. Por áreas geográficas los crecimientos han sido muy dispares. China ha multiplicado por 3 su consumo; el resto de Asia y Oriente Medio lo han multiplicado por 2; África lo ha aumentado en un 50% e Iberoamérica en un 40%.

 

Sin embargo, en el conjunto de las economías desarrolladas (Norteamérica, Europa, Japón y Australia), el consumo de energía se ha mantenido estancado. Las economías «que ya lo tienen todo», han gastado en 2014 la misma energía que en 2000. Y algunas de las más importantes, notablemente Alemania, Japón, Reino Unido, Francia e Italia, lo han reducido de forma que ya empieza a ser significativa. Los nuevos coches gastan menos gasolina que los antiguos, los nuevos edificios están mejor aislados y gastan menos calefacción que los antiguos, y el crecimiento económico centrado en los servicios requiere menos energía que el basado en la industria.

 

Pero una de las principales novedades, que considero que han venido para quedarse durante largo tiempo, es que el precio del principal «combustible no fósil» ha bajado radicalmente de precio. Este «combustible no fósil» no es otro que el tipo de interés. Pues son intereses, y no otra cosa, lo que consumen los molinos de viento o las placas solares, para producir energía, los intereses que hay que pagar para retribuir a los financiadores de las instalaciones, puesto que el sol y el viento los pone la propia Tierra. Los tipos bajos contribuirán decisivamente a hacer posible la sustitución de combustibles fósiles por energías renovables, y harán viable, sin necesidad de subvención, en un plazo no muy largo, por ejemplo, el coche eléctrico.

 

Es cierto que el sol y el viento no aparecen siempre que se les requiere, y que, hoy por hoy, hay que disponer necesariamente de energías no renovables para garantizar en todo momento el suministro. Aunque, con tipos bajos, alternativas como las centrales de bombeo (que permiten mantener el pantano siempre lleno de agua, y almacenar así energía), empiezan a ser ya estudiadas. Y las opciones de almacenamiento en baterías, como las que ya está proponiendo Tesla para algunos hogares, abren también nuevas posibilidades.

 

Los países emergentes, los que están aumentando, como China, de forma notoria su consumo de energía, seguirán haciéndolo durante, por los menos una o dos generaciones. Siguen consumiendo, per cápita, mucho menos que nosotros, por lo que no podemos trasladarles a ellos la responsabilidad sobre el riesgo ecológico. Nosotros estamos ya optimizando nuestro consumo de energía, podemos consumir menos y algunos países llevan ya años haciéndolo.

 

Pero la optimización del consumo tiene un límite a partir del cual lo que hay que hacer es cambiar de combustible. Dejando de vaciar las entrañas de la Tierra y encomendándonos al cielo, que nos ofrece aire y luz.

https://www.unience.com/blogs-financieros/JPrats/cambio_climatico

© 2015 «Josep Prats Orriols», © 2015 porfineslunes.org. Usado con permiso
Permiso: Permitimos y animamos a reproducir y distribuir este material ya sea de forma completa o parcial tanto como se desee, siempre y cuando no sea cobrando o solicitando donativo alguno por ello, más que el coste de reproducción. Para uso en internet, por favor, usar únicamente a través del link de esta página. Cualquier excepción a lo anterior debe ser consultada y aprobada por porfineslunes.org. Contacto: info@porfineslunes.org
Por favor, incluir el siguiente enunciado en cualquier copia a distribuir: © 2015 porfineslunes.org. Una iniciativa de los Grupos Bíblicos de Graduados de España (GBG). Grupos Bíblicos Unidos (GBU). Website: gbu-es.org