
Dinero. Usándolo como Dios quiere
¿Cómo mantener nuestro sueldo mientras los que nos rodean pierden el suyo y echan las culpas a los préstamos, los CDs, la ropa, las vacaciones, la bebida, el alquiler…? Más importante aún: ¿cómo aprender a usar nuestro dinero de forma sabia?
Salir de la universidad y adentrarse en “este mundo injusto” puede parecer especialmente complicado cuando se trata de administrar el dinero. Quizá los últimos años han sido difíciles, no tenías mucho dinero, y hasta puede que hayas acumulado alguna deuda. De repente empiezas a ganar dinero, y te preguntas sobre tus prioridades. ¿Cuánto te gastas para vivir? ¿Ya te llega para empezar a ahorrar? Y, como cristiano, ¿estás dando de forma generosa y alegre?
Aunque no oigas muchas predicaciones sobre este tema, en la Biblia hay muchas enseñanzas sobre cómo administrar el dinero y las posesiones. Por ejemplo, encontramos unos 500 versículos acerca de la oración y un número similar sobre la fe, y sin embargo hay más de 2.350 versículos acerca del uso del dinero. Esta enseñanza sigue siendo hoy, en nuestra sociedad materialista, tan importante como lo ha sido siempre. Ahora que empiezas, ¡es tan fácil pensar que la vida solo se trata de ganar cada vez más, de tener cada año más que el anterior! Pero Jesús nos enseña claramente a no hacernos tesoros en la tierra pues se marchitan y desaparecen, y nos anima a hacer tesoros en el cielo (Mateo 6:24). Esto no es fácil cuando nuestra sociedad adora al dinero, y donde hay gente que se aprovecha de los demás para su propio beneficio.
Entonces, ¿cómo podemos aprender a usar el dinero como Dios quiere? Tenemos que mirar cuál es la enseñanza bíblica sobre la ofrenda, la deuda y el ahorro. Y una vez analizados estos temas, aplicarlos a nuestra sociedad.
Ofrenda
Hay temas que hacen que los cristianos se pongan nerviosos. Éste es uno de ellos. Ley o gracia, diezmo u ofrendas, neto o bruto; el debate está servido. Una cosa está clara: tenemos que ser dadores generosos y en 1a Corintios 16, Pablo dice que la ofrenda debe planificarse y que debe ser una prioridad. Dicho de otro modo, la ofrenda debe ser la primera salida fija, independientemente de los demás gastos que tengamos. Es simplemente una cuestión de prioridades. Muchas veces pensamos que daríamos más si tuviéramos más, sin darnos cuenta de que en términos humanos somos muy ricos. Es mucho más fácil para nosotros compararnos con el 10% que tiene más que con el 90% que tiene menos. Pero Dios no quiere condenar, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Creo que Dios no mira tanto lo que damos, sino que se fija más en lo que nos quedamos. Esa es la gran enseñanza de la historia de la ofrenda de la viuda.
Dar tiene que ver con las prioridades. ¿Reflejan nuestras prioridades nuestra creencia en la eternidad? ¿Reflejan nuestra creencia de que aquí en la tierra, poniendo a los demás en primer lugar, ya podemos hacernos tesoros en los cielos?
Deuda
Todos sabemos que el problema de las deudas en el mundo occidental ha llegado a extremos preocupantes. Las deudas causan todo tipo de emociones negativas incluyendo el miedo, la culpa y la soledad. En una sociedad donde el éxito se mide por lo que tienes, no es sorprendente. Pero muchos no quieren admitirlo. Se sabe que el dinero es una de las mayores causas de ruptura de las relaciones. Estos problemas pueden causar problemas de salud debido al estrés. Cuando hay deudas, “el deudor es esclavo del acreedor” (Proverbios 22:7). Es importante recordar que cuando pedimos prestado un crédito, estamos dando por sentado que podremos devolverlo con nuestros ingresos futuros. Ahora bien, dado que hoy los puestos fijos no son ninguna garantía, hemos de actuar con cierta precaución.
Como cristianos, no está mal tener deudas. Hay una gran diferencia entre tener una hipoteca (tener una deuda) y no poder pagarla (estar en deuda). Debemos recordar que hemos sido llamados a “no deber a nadie nada” (Romanos 13:8). Así que cuando pidamos un préstamo (y tendremos que hacerlo, por ejemplo, para comprar una vivienda), tenemos que asegurarnos de que podemos permitirnos el coste mensual que supone su devolución. Deberíamos pensárnoslo muy bien antes de pedir préstamos para comprar cosas que no son esenciales o cosas que solo nos glorifican a nosotros.
Evitando la deuda
Todos los cristianos podemos evitar meternos en deudas, y a la vez podemos hacer presupuestos y así demostrar que somos buenos administradores de lo que Dios nos ha dado. Es tan sencillo como calcular cuáles son nuestros ingresos, en qué los gastamos, y ver si después nos queda un superávit o un déficit. La forma más fácil de hacerlo es anotar en una libreta en qué gastamos cada céntimo, y a final de mes juntar los gastos por categorías y observar el total. ¡Podemos llevarnos un susto! Normalmente después de hacer este ejercicio te das cuenta de que gastas demasiado en cosas que para ti no son importantes. Esto te permitirá cortar ese tipo de gastos, por lo que tendrás más dinero para dar y para ahorrar.
Ahorro
Ahorrar puede ser la última cosa que tienes en mente si acabas de entrar en el mundo laboral. Pero desde el principio deberías intentar ahorrar, aunque sea con cantidades muy pequeñas. Se calcula que alguien que ahorra 100 al mes desde los veinte años hasta los treinta, cuando se jubile tendrá una mejor pensión que alguien que ahorra 100 al mes desde los treinta años a los sesenta y cinco. Ahora que la población occidental tiene una mayor esperanza de vida, el porcentaje de la población activa cada vez es más bajo, y deberíamos planificar para protegernos a nosotros y a nuestras familias. Algunas personas creen que no necesitan ahorrar porque “Dios proveerá”. No obstante, eso no es fe sino irresponsabilidad. Y a la larga eso supondrá que los cristianos que sí han sido responsables tendrán que cuidar de los cristianos que no han sido responsables con su dinero.
De hecho, está claro que Dios nos pide que ahorremos. Él nos pide que cuidemos de nuestros hijos y que nos aseguremos de no ser una carga para los demás. “Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio, pero el necio todo lo disipa” (Proverbios 21:20). Es importante entender que ahorrar supondrá, en muchas ocasiones, negarse a uno mismo. Del mismo modo que José ahorró en los años de abundancia, nosotros también deberíamos ahorrar cuando tenemos trabajo y las cosas nos están yendo bien.
Conclusión
Como cristianos tenemos que dar con generosidad y ahorrar de forma sensata, sin que esto último responda a un deseo de acumular de forma avariciosa. Tenemos que recordar lo que Jesús ha dado por nosotros y expresar ese amor mostrando que para nosotros, las personas son más importantes que las cosas. También debemos orar en cuanto al uso del dinero y las posesiones, del mismo modo que oramos por otros temas. Tenemos que estar dispuestos a rechazar los valores del consumismo y sustituirlos por los valores eternos del amor, la gracia, el perdón y la generosidad, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor.
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Libros
Whose Money Is It Anyway? John MacArthur, Word Publishing (USA)
Ni riqueza ni probreza, Craig L. Blomberg, Publicaciones Andamio/CLIE
How to get really rich, Brian Rosner, IVP Beyond Tithing, Stuart Murray, Paternoster Press
Viviendo como pueblo de Dios. Christopher J. H. Wriht. Publicaciones Andamio (adquirir el libro)
© 2006 Publicaciones Andamio © 2003 Transition. UCCF Leicester
© 2014 porfineslunes.org. Usado con permiso
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